El mundo del póker profesional en España tiene un representante de Forcall. Es Gerard Carbó, un joven de 30 años que la semana pasada ganó la última edición del Super Million$, un campeonato de esta disciplina cuyo premio fue de 420.536 dólares, unos 356.000 euros al cambio, tal como informa el portal especializado Poker-Red.

Su presencia en este torneo con tan suculento botín fue anunciada a bombo y platillo por esta página web, desde donde consideraron que el forcallano tenía una "cita con la historia", tal como comunicaron a través de Twitter y tenían claro que "hoy --por el día que se jugó la partida de Gerard-- se lía".

El vídeo completo de la partida que llevó a Carbó a la cumbre y le ha llevado a ganar un premio suculento puede verse en Youtube, mediante una retransmisión que dura alrededor de tres horas.

Tal y como rememora, sus orígenes son en Els Ports. Gerard vivió en Forcall hasta los 18 años, cuando hizo las maletas para trasladarse a Castelló y empezar sus estudios universitarios. Fue en ese momento cuando se adentró en el póker y empezó un proceso de formación que ha culminado convirtiéndose en una referente internacional. "Cuando empecé lo hacía porque me gustaba, no pensaba que sería una profesión", confesó a los micrófonos del espacio El Underground, en una entrevista muy personal en la que rememoró su trayectoria desde los inicios. 

La última década ha sido un tiempo de formación y cambio continuo para el forcallano. "Empecé viendo vídeos en plataformas especializadas para saber qué hay que hacer y después he mejorado por mi cuenta". Carbó llega al estrellato del póker tras un crecimiento en el universo de los naipes "muy autodidacta", según ha confesado el propio jugador en otras entrevistas recientes realizadas en portales sobre este juego.

Aunque Super Million$, ha sido el botín más cuantioso que se ha llevado, el éxito no es nuevo para este joven, ya que ha cosechado centenares de victorias en partidas online y presenciales. 

Ausente en los medios

Carbó, que rehuye de los medios, es sabedor que lo relacionado los naipes está mal visto por la sociedad y prefiere mantenerse, siempre que puede, apartado de los focos. Pero cuando el crupier reparte las cartas, se transforma y disfruta. Entre los profesionales del sector le han bautizado como El jugador del pueblo.