Tras dos años de interrupción por la pandemia, Burriana recupera por completo el fervor de la Semana Santa con la procesión del Santo Entierro, acto central de la programación. Con la asistencia de todas las cofradías y hermandades de la ciudad, los pasos recorrieron las calles del centro histórico en medio del silencio solemne de la multitud de asistentes propiciado por las buenas temperaturas. De este modo, los cofrades ofrecieron las rogativas en el Viernes Santo por la paz entre Ucrania y Rusia, además de tener en mente la sanación y la pérdida de allegados en la crisis sanitaria del covid-19.

El desfile estuvo encabezado por los componentes de la parroquia de Maria Auxiliadora, quienes, teniendo en cuenta el orden litúrgico, son los acompañantes del monumento de la Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos. Continuando con la meditación de La Pasión, la agrupación del Santísimo Ecce-Homo portó la representación de Cristo frente a Poncio Pilatos en la que se escenifica como el gobernador de Judea se lava las manos frente al designio de crucificar a Jesús.

Silencio interrumpido

Tradicionalmente, el desfile procesional general está caracterizado por el silencio absoluto solo roto por los bombos y tambores de la hermandad de la Santa Faz que irrumpieron con sus vibrantes instrumentos en el recogimiento de la noche. Entre sus cofrades de la parroquia de la Merced puede observarse un grupo de niñas caracterizadas como la Verónica en representación de la escena de su paso.

El Santísimo Cristo del Mar centró todas las miradas ya que los costaleros lo portan a hombros entre las estrecheces propias del recorrido y, después, la hermandad de la Piedad hizo su aparición con la imagen de la virgen María con Jesús descendido de la cruz en brazos como punto y final del Vía Crucis. A continuación, llegó uno de los momentos más esperados de la procesión con la hermandad del Santo Sepulcro que portaron a hombros el Cristo yacente iluminado por los faroles, una imagen que invitó al recogimiento y que estuvo precedida por el paso de la Virgen de los Dolores acompañada y cerrada por la música y las marchas de la Agrupació Filharmònica Borrianenca.