Alrededor de 350 personas, medio centenar de ellas en caballerías. realizaron el peregrinaje desde Catí a Sant Pere de Castellfort, cumpliendo con la tradición de su 700º aniversario de existencia documentada, con la significada circunstancia de que, por primera vez, hubo una mujer cantadora, Vanesa Celma, que dejó el listón muy alto por su preparación y los registros de voz logrados.
Cuenta la tradición que la población, tras una larga sequía, decidió ir en peregrinaje a pedir lluvia a dicha ermita. De regreso a casa, las lluvias fueron copiosas y las cosechas abundantes. Desde entonces, nunca se ha dejado de celebrar esta rogativa en la que se pide en latín salut e me pacem e pluviam de celis.
Los casi 500 l/m2 registrados en lo que va de año han hecho que esta edición la petición fuera de gracia. Sin embargo, a media tarde, un corto pero intenso aguacero sorprendió a los peregrinos cuando cruzaban el término municipal de Ares.
A la llegada, después de los cánticos de rigor, entre los que destacan el Ho Vere Deus y los gozos a San Pedro, se repartieron más de 1.000 raciones del plato típico de la romería, los fessols i arròs.
Siguiendo la costumbre de sus antepasados, muchos romeros pernoctaron en Castellfort, bien en casa de conocidos o en la ermita. El Dia dels catinencs, así le llaman los vecinos de Castellfort, no es un día cualquiera para ellos.
Clausura con la procesión de las antorchas
Hoy domingo ya han comenzado el camino de regreso con un itinerario distinto al de ayer que les llevará de vuelta a Catí, a través de los términos de Castellfort y de Ares. Los peregrinos han madrugado con la despertà a primer ahora de la mañana para salir en peregrinaje hacia la Mare de Déu de la Font donde desayunaron y celebraron una misa oficiada por el obispo de Tortosa, Enrique Benavent.
Por la noche, y ya en Catí, la ancestral procesión de las antorchas pondrá punto y final a una edición de la rogativa que los vecinos han vivido con especial intensidad tras dos años de paréntesis.