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Mònica Mira
Ver galería >Ya de buena mañana, en Mascarell ya se podía intuir lo que pasaría en la Feria Medieval. Un goteo incesante de gente, dentro y fuera del recinto amurallado, devolvió a este pueblo y a sus vecinos a sus mejores días. Los puestos de vesta y exhición repartidos entre los accesos y en sus principales calles intramuros atraían las miradas de miles de personas que salvo por los aparcamientos repartidos por las inmediaciones y por la infinidad de teléfonos móviles con los que los visitantes inmortalizan recuerdos, diríase que Mascarell ha viajado de facto a su origen, a otro tiempo alejado de la edad moderna, con animales compartiendo espacio con humanos, caballeros, juglares, bufones, artesanos...
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Ya de buena mañana, en Mascarell ya se podía intuir lo que pasaría en la Feria Medieval. Un goteo incesante de gente, dentro y fuera del recinto amurallado, devolvió a este pueblo y a sus vecinos a sus mejores días. Los puestos de vesta y exhición repartidos entre los accesos y en sus principales calles intramuros atraían las miradas de miles de personas que salvo por los aparcamientos repartidos por las inmediaciones y por la infinidad de teléfonos móviles con los que los visitantes inmortalizan recuerdos, diríase que Mascarell ha viajado de facto a su origen, a otro tiempo alejado de la edad moderna, con animales compartiendo espacio con humanos, caballeros, juglares, bufones, artesanos...
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Ya de buena mañana, en Mascarell ya se podía intuir lo que pasaría en la Feria Medieval. Un goteo incesante de gente, dentro y fuera del recinto amurallado, devolvió a este pueblo y a sus vecinos a sus mejores días. Los puestos de vesta y exhición repartidos entre los accesos y en sus principales calles intramuros atraían las miradas de miles de personas que salvo por los aparcamientos repartidos por las inmediaciones y por la infinidad de teléfonos móviles con los que los visitantes inmortalizan recuerdos, diríase que Mascarell ha viajado de facto a su origen, a otro tiempo alejado de la edad moderna, con animales compartiendo espacio con humanos, caballeros, juglares, bufones, artesanos...
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Ya de buena mañana, en Mascarell ya se podía intuir lo que pasaría en la Feria Medieval. Un goteo incesante de gente, dentro y fuera del recinto amurallado, devolvió a este pueblo y a sus vecinos a sus mejores días. Los puestos de vesta y exhición repartidos entre los accesos y en sus principales calles intramuros atraían las miradas de miles de personas que salvo por los aparcamientos repartidos por las inmediaciones y por la infinidad de teléfonos móviles con los que los visitantes inmortalizan recuerdos, diríase que Mascarell ha viajado de facto a su origen, a otro tiempo alejado de la edad moderna, con animales compartiendo espacio con humanos, caballeros, juglares, bufones, artesanos...
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Ya de buena mañana, en Mascarell ya se podía intuir lo que pasaría en la Feria Medieval. Un goteo incesante de gente, dentro y fuera del recinto amurallado, devolvió a este pueblo y a sus vecinos a sus mejores días. Los puestos de vesta y exhición repartidos entre los accesos y en sus principales calles intramuros atraían las miradas de miles de personas que salvo por los aparcamientos repartidos por las inmediaciones y por la infinidad de teléfonos móviles con los que los visitantes inmortalizan recuerdos, diríase que Mascarell ha viajado de facto a su origen, a otro tiempo alejado de la edad moderna, con animales compartiendo espacio con humanos, caballeros, juglares, bufones, artesanos...
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Ya de buena mañana, en Mascarell ya se podía intuir lo que pasaría en la Feria Medieval. Un goteo incesante de gente, dentro y fuera del recinto amurallado, devolvió a este pueblo y a sus vecinos a sus mejores días. Los puestos de vesta y exhición repartidos entre los accesos y en sus principales calles intramuros atraían las miradas de miles de personas que salvo por los aparcamientos repartidos por las inmediaciones y por la infinidad de teléfonos móviles con los que los visitantes inmortalizan recuerdos, diríase que Mascarell ha viajado de facto a su origen, a otro tiempo alejado de la edad moderna, con animales compartiendo espacio con humanos, caballeros, juglares, bufones, artesanos...
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Ya de buena mañana, en Mascarell ya se podía intuir lo que pasaría en la Feria Medieval. Un goteo incesante de gente, dentro y fuera del recinto amurallado, devolvió a este pueblo y a sus vecinos a sus mejores días. Los puestos de vesta y exhición repartidos entre los accesos y en sus principales calles intramuros atraían las miradas de miles de personas que salvo por los aparcamientos repartidos por las inmediaciones y por la infinidad de teléfonos móviles con los que los visitantes inmortalizan recuerdos, diríase que Mascarell ha viajado de facto a su origen, a otro tiempo alejado de la edad moderna, con animales compartiendo espacio con humanos, caballeros, juglares, bufones, artesanos...
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