Bien podría asemejarse a un jeroglífico de imposible descifrado para cualquier profano en la materia. Tanto los patrones como los movimientos de las manos ejecutándolos, manos más o menos ágiles pero certeras, fruto de la concentración, de ese ejercicio mental y físico que requiere la práctica de unas labores tradicionales que son legado que se transmite de generación en generación, porque algo tienen los bolillos que crean comunidad y unen el pasado con el presente.
De convivencia hubo mucho en el XV Encuentro de Bolilleras organizado por el Ayuntamiento de Nules, como en años precedentes, coincidiendo con la celebración de la Feria Medieval de Mascarell. Y fieles a esta cita, 350 personas se concentraron en los alrededores del Mercado Municipal para disfrutar de una jornada de conversaciones, de consejos, comparaciones y aprendizaje.
Una de las participantes aseguró que no solo hacer bolillos, sino las relaciones que se tejen en torno a esta labor, la ayudaron a sobrellevar una depresión. Otra de las bolilleras aseguró que es un ejercicio muy recomendable para las manos y la mente, sobre todo cuando la edad empieza a restar capacidades, y más si cabe si uno se abandona al paso del tiempo sin tratar de hacerle frente de una manera activa, como es el caso.
Desde la distancia, un encuentro como el que se celebró ayer en Nules no tendría especial trascendencia, pero reunir en un mismo lugar a personas llegadas para la ocasión desde Puçol, Castelló, l’Alcora, Betxí, Almassora, Vila-real, Torreblanca, Burriana, Port de Sagunt, la Vall d’Uixó, Barraques, les Alqueries, Quart de les Valls, Orpesa, Borriol o Grau de Castelló, desdice cualquier prejuicio.
