La senda Quistel de la Vall d’Uixó, un bonito paseo natural rodeado de vegetación autóctona que nace en el Paratge de Sant Josep, sufre una maldición desde hace unos años: la del vandalismo. Su principal atractivo es a la vez condena. La proximidad al casco urbano y su accesibilidad agrada a los senderistas, pero también a los vándalos, «y es verdaderamente frustrante», describe el concejal de Sostenibilidad, Fernando Darós.
Los ataques «son recurrentes», como afirma el edil de la Vall d'Uixó y pueden comprobar muchos de los usuarios habituales de esta senda. El último asalto más llamativo se produjo a finales de febrero, pero se repiten una y otra vez, para desesperación de quienes deben garantizar su mantenimiento y quienes quieren disfrutar de este entorno.
Antes de estrenarla
Daròs recuerda que esta maldición acompaña a la senda Quistel «desde antes incluso de que se inaugurara». De hecho, el primer ataque registrado se produjo la legislatura pasada, solo un par de días antes de que se abriera al público la recuperación de este itinerario «que estaba prácticamente perdido». Desde entonces, cada desperfecto se ha reparado para comprobar cómo aparece otro nuevo.
«Han llegado a arrancar árboles, algunos hemos podido salvarlos, pero otros fue imposible y murieron», lamenta el concejal. Y es que los vándalos disfrutan de cierta impunidad por las dificultades a la hora de vigilar una senda de montaña, como es el caso. «Suelen actuar de noche, porque los usuarios nos comentan que habían pasado el día anterior y no había nada y por la mañana del siguiente ya había algún desperfecto».
La última vez «han cortado la cuerda que hace de pasamanos y han arrancado cuatro de los pilares de soporte», detalla Daròs, quien explica que «la idea es reponerlo, pero son unos costes que no están contemplados y debemos quitar de otras partidas».
Cualquier elemento es susceptible de sufrir el ataque de quien, inexplicablemente, evidencia su falta de sensatez y civismo destruyendo. Incluso en Navidad robaron un pequeño Belén que cada año una asociación ubica en diferentes parajes del término municipal. Este año escogieron el peor posible: la senda Quistel.