Unos trazos que han sobrevivido tres siglos en una iglesia de Castellón

Las líneas geométricas dibujadas en una de las paredes interiores del Campanar de la iglesia de la Assumpció, se cree que realizadas por Jacinto Agustí, habían pasado desapercibidas hasta hace unos meses

José Enrique Puchol, frente a la pared donde descubrió los dibujos, unas rayas, ya difuminadas, con detalles constructivos del campanario.

José Enrique Puchol, frente a la pared donde descubrió los dibujos, unas rayas, ya difuminadas, con detalles constructivos del campanario. / Mònica Mira

Los aparatos electrónicos más modernos, tan venerados en la actualidad y de los que llegamos a ser tan dependientes, tienen una vulnerabilidad y fragilidad directamente proporcional a sus altos costes. La rapidez con la que evolucionan y la obsolescencia con la que los programan acaban convirtiéndolos en poco más que residuos en cuestión de pocos años. 

Esa efímera supervivencia característica del siglo XXI contrasta, curiosamente, con la perdurabilidad de algo tan simple como el rastro que deja el grafito de un lápiz, un invento cuyo origen se estima en el siglo XVI y que mantiene su utilidad. El último hallazgo realizado en la Vall ejemplifica a la perfección esa paradoja.

Foto de detalle de estos particulares 'grafitis'.

Foto de detalle de estos particulares 'grafitis'. / Mònica Mira

El técnico de Turismo del Ayuntamiento, José Enrique Puchol habrá estado decenas, por no decir cientos de veces en lo alto del emblemático Campanar de la iglesia de la Assumpció. En esas subidas y bajadas por su enroscada y característica escalera de caracol, «tenía localizadas aunque no les encontraba sentido» una serie de líneas dibujadas en una de las paredes. Y así como suelen ser estas cosas, «posiblemente por la hora del día y por conforme iluminó la luz solar la pared», durante unas fiestas de Sant Vicent, comprendió de qué se trataba. Las rayas, algo difuminadas, definían «detalles constructivos del campanario». 

No tardó en ser consciente de la importancia del descubrimiento desde un punto de vista histórico. Indica que «todavía hoy es habitual, pero en su momento lo era mucho más, que durante la construcción, el maestro de obra, el arquitecto o el aparejador explicaran a los trabajadores cómo funcionaba algo dibujándolo en la pared, era una herramienta más». Precisa que «hace más de 200 años, cuando se construyó el Campanar, el papel era un bien muy preciado y, además, la gente no sabía leer, por lo que se recurriera a esta manera de explicar el proceso».

Un dibujo de más de 260 años

Trasladó el hallazgo al topógrafo José Solá y al aparejador Manel Segarra, «ambos muy implicados con cuestiones relacionadas con la recuperación, investigación y puesta en valor del patrimonio», que están investigando al detalle estos singulares grafitis. 

Su hipótesis apunta a que serían dibujos realizados por Jacinto Agustí, el maestro de obras que dirigió la construcción de esta estructura «o tal vez de alguno de sus hijos, que estuvieron muy involucrados en los trabajos cuando el campanario estaba a esa altura».

Unas líneas, camufladas hoy en día entre la suciedad de la pared, que posiblemente realizó hace más de 260 años Agustí, cuando consiguió reactivar unas obras, allá por 1760, paradas durante casi 20 años. Unos trazos que han sobrevivido al tiempo para recordar que todo camino tiene su origen y que tan importante como conocerlo, es conservarlo. 

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