Un restaurante de Castellón cumple 40 años de éxito gastronómico

Sant Francesc Restaurant se ha convertido en una referencia del mundo hostelero desde l'Alcora

Los actuales propietarios del restaurante y su equipo de trabajo.

Los actuales propietarios del restaurante y su equipo de trabajo. / Javier Nomdedeu

Javier Nomdedeu

El restaurante Sant Francesc de l’Alcora, toda una institución en el mundo de la hostelería de la capital de l’Alcalatén, está de enhorabuena por sus 40 años.

Daniel y Lidia, los abuelos de la actual dirección del establecimiento, ya regentaron en Llucena varios locales muy conocidos en la provincia, como La Taberna en sus orígenes, la Fonda, la Terraza o el Hotel El Prat. A estos negocios familiares se incorporó desde muy temprano su hija, Carmen, que se formó en la Escuela de Hostelería de Castellón

La historia del restaurante alcorino se remonta a 1984, cuando Carmen y Miguel, padres de los actuales responsables, y su tía Lidia, decidieron apostar por un pueblo con una industria emergente como era l’Alcora.

El 4 de octubre de 1984 se inauguró el Sant Francesc Restaurant, que debe su nombre al barrio donde se ubica, enfrente de la Real Fábrica de Loza y Porcelana del Conde de Aranda. 

Empezó como un negocio familiar orientado hacia la industria cerámica y azulejera, un local donde clientes y empresarios pudieran hacer negocios y donde las familias de la localidad pudieran realizar sus celebraciones, todo ello siempre acompañado de un trato discreto y profesional y una comida excelente.

El restaurante tiene desde su origen un amplio salón, con profusión de cerámica tradicional, madera y mobiliario provenzal.

Con los años, con el fin de atender las necesidades de sus clientes y puesto que el intercambio de ideas, planes y negocios precisaba de un ambiente propicio, decidieron ampliar el restaurante con tres salones privados en los que acoger esos encuentros y reuniones, donde comer y celebrar con privacidad.

Su cocina destaca por la calidad y el máximo respeto a las materias primas, sin olvidar la tradición que se desprende de los platos típicos de esta zona, que nunca faltan en la carta y que cada vez son más demandados.

En su carta, destacan platos como la olla de cardets recogidos de su propio huerto, los callos de cerdo, receta de la abuela Lidia, los caracoles blancos de montaña tan apreciados y valorados en la zona y la ya muy conocida sepia rebozada, que lleva más de 40 años triunfando en la carta del restaurante.

También le dan mucha importancia a la repostería casera, como su postre de la casa o la tarta de almendra, que triunfan desde el primer día.

Cuentan además con una amplia bodega, con más de 100 referencias seleccionadas entre las DO más apreciadas.

A lo largo de los años son muchas las personalidades que han pasado por el emblemático local y los eventos que ha acogido del mundo del arte, el espectáculo, la política o los deportes. Pero para ellos lo importante es que cada una de las personas que acuden a su casa la consideren la suya, que se sientan a gusto y disfruten la experiencia.

Los padres de la actual dirección se encargaron de convertir un sueño en realidad.

Carmen, como la excepcional cocinera que es, tomó las riendas de la cocina y Miguel, con su saber estar y profesionalidad, acompañado por su tía Lidia, que además de ser una anfitriona fantástica es una repostera increíble. Ellos han sido los referentes. 

Tras su jubilación, Ramón y Carla han tomado el testigo, suponiendo este relevo generacional una gran responsabilidad que han asumido con mucha ilusión y dedicación.

Ahora trabajan seis personas en el restaurante, tres en cocina y tres en sala. Durante esta trayectoria han contado siempre con un gran equipo, tanto en lo humano como en lo profesional, al cual agradecen su implicación y dedicación; ellos son parte muy importante del motor de esta casa. 

Con la crisis del sector cerámico y la pandemia del covid-19 no siempre lo han tenido fácil, pero nunca dudaron en seguir. Agradecen a todos sus clientes, muchos de ellos ya amigos, a los proveedores y a todos aquellos que en alguna ocasión les han visitado, su confianza y apoyo durante todos estos años.

Matizan para terminar: "Llegar a estos 40 años de trayectoria supone un gran orgullo y satisfacción para toda la familia; año tras año nos esforzamos para poder ofreceros el mejor servicio y para que disfrutéis de una experiencia gastronómica especial, siguiendo con lo que nos enseñaron nuestras generaciones anteriores, y con ello como premisa esperamos continuar unos cuantos años más, haciendo feliz a la gente en nuestra casa". 

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