Comienzan las obras para devolver a su esplendor a una histórica ermita de Castellón
Los trabajos revalorizan el interior del templo, cuya imagen se ha deteriorado por el paso del tiempo y las filtraciones de agua

Los trabajos se llevan a cabo a través de una gran máquina elevadora. / Mediterráneo
Las obras para devolver el esplendor a la ermita de Sant Antoni de Llucena, que necesitaba de una urgente actuación, ya están en marcha. El ermitorio, situado en el barranco de la Pedrenyera (a las afueras de la población) y sobre una prominente formación rocosa, está catalogado como bien de relevancia local (BRL).
Los trabajos, autorizados por la Conselleria de Cultura, costarán 104.715,48 euros, que sufragará la parroquia con la colaboración del Obispado, empresas y donaciones de los feligreses.

El párroco, el alcalde, el constructor y el arquitecto de la diócesis, durante la visita a las obras. / Mediterráneo
El paso del tiempo ha dejado su impronta en el interior del edificio, que sufrió hace años filtraciones de agua debido al mal estado del tejado, ocasionando desperfectos en paramentos interiores, cúpulas y pechinas (una de ellas, seriamente dañada) y, por consiguiente, la aparición de sales en diversas paredes. Ahora, en una intervención impulsada por la propia parroquia con la insistencia de su cura, llevarán a cabo actuaciones de albañilería, instalación eléctrica y restauración (con especial atención en la cúpula central y las pechinas, las bóvedas laterales, el retablo mayor, el portón de madera en acceso, la portalada de piedra y la imagen moderna del santo patrón de los animales).
Además, abrirán el hueco de una ventana cegada que permitirá la entrada de más luz natural al edificio. Todos los trabajos serán documentados gráficamente, realizarán mapeo de patologías, muestras de materiales, pruebas de sistemas de limpieza, catas estatrigráficas o preconsolidaciones.

Otra imagen de la pechina con grandes problemas de deterioro. / Mediterráneo
Conjunto histórico
La primitiva ermita posiblemente es de origen medieval, un hecho que se constata en la fachada, que ha sido objeto de diversas intervenciones a lo largo del tiempo. Se sabe que allí estaba la cofradía de San Antonio Abad y San Pedro de la Pedrenyera y que en 1551 se construyó el porche. Aun así, el conjunto actual es producto de una total transformación llevada a cabo en el siglo XVIII. En 1722 se hicieron obras debido a su estado de inminente ruina, pero estas no llegaron a buen puerto y en 1758 se acordó demoler la ermita y construir una nueva (cuya obra exterior concluye en 1785).
Una mención especial merecen las pechinas de la cúpula, que están pintadas al fresco y fueron realizadas muy probablemente a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Las mismas representan diferentes escenas de la vida de Sant Antoni.
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