Fronteras locales de Castellón en peligro de extinción

Un grupo de voluntarios hace un llamamiento a las instituciones con competencias y a aficionados al senderismo para inventariar al menos una veintena de mojones repartidos por el término municipal de Artana

Algunos de los mojones que ya se han inventariado y se han incluido en el catálogo, todavía en elaboración.

Algunos de los mojones que ya se han inventariado y se han incluido en el catálogo, todavía en elaboración. / ARTANAPEDIA

Artana

Patricio Martí Catret tiene una memoria prodigiosa a sus 90 años, una cualidad que está siendo de gran utilidad para desarrollar la última iniciativa patrimonial de la mano de los voluntarios que están detrás de Artanapedia, un grupo de personas comprometidas con la difusión del patrimonio rural, como uno de los valores a proteger y que puede acabar siendo un motor económico, el de un turismo atraído por la historia y la etnología de los pueblos.

Gracias a los recuerdos y los conocimientos sobre el suyo que atesora, Patricio está siendo un guía de excepción y de gran utilidad para dibujar esa línea imaginaria que desde su origen dividió los términos municipales cuando no había satélites ni GPS y la gente se orientaba por la luna, las estrellas, las sendas y las montañas.

Si recientemente trascendía que los voluntarios que están tras Artanapedia estaban inventariando los hornos de cal de la Serra d’Espadà, como ya contó Mediterráneo el pasado enero, ahora se han enfrascado en la tarea de hacer lo propio con los mojones, por el momento, de Artana.

Cualquiera que haya practicado senderismo en alguna ocasión, es posible que se haya encontrado con alguno de ellos, «figuras de tronco, hechas con piedras de la zona y rebozadas con mortero tradicional de cal y arena», según describen. Hasta la fecha, saben de la existencia de una veintena, todos «gracias al señor Patricio».

Otro de los mojones localizados y catalogados.

Otro de los mojones localizados y catalogados. / ARTANAPEDIA

Perfectamente localizados

Los mojones se alzaban a lo largo de la frontera con el pueblo vecino, de manera que se trazaba ese perfil que, solo por su presencia, los de un lado y los del otro tenían claro. Por eso, en las lindes entre Artana y Nules, por poner un ejemplo, Patricio menciona al menos cuatro, en la Font de Cabres, el Llom del Tou o los corrales de Paioni. Saben que el cuarto estaba a un lado de la carretera que une los dos municipios, cerca de una rotonda, pero desapareció con la transformación de una finca agrícola, «una muestra más de cómo tratamos el patrimonio de todos», lamentan.

Los hay en el límite de Artana con Eslida, Alfondeguilla, la Vall d’Uixó, Betxí, Onda, Tales y Alcudia de Veo. Algunos los tienen localizados y fotografiados, otros no, porque se encuentran a una altura considerable y camuflados por una densa vegetación en zonas donde no hay caminos transitables.

Esa es la razón por la que consideran esencial «que haya interés de las instituciones responsables o de personas aficionadas al senderismo que puedan colaborar con nosotros en esta apasionante misión de recuperar nuestro patrimonio», para que no desaparezca cuando la vida y la memoria de vecinos como Patricio ya no den más de sí.

Ese íntimo conocimiento sobre el lugar en el que viven cada vez es menos común y, salvo que quede escrita de algún modo, no habrá inteligencia artificial que pueda recuperar una parte de la historia de este territorio.

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