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Una familia nacida en medio del horror de la guerra que unió para siempre la Vall d'Uixó y Turís

Casi noventa años después de que Teresa Forner se exiliara, con su primer hijo muy pequeño, en Turís huyendo de los bombardeos, acogida por Teresa ‘la Mediana’, tres generaciones de sus familias siguen unidas

Tres generaciones de las familias de la Vall y Turís, unidas durante la guerra civil sin tener ningúna relación previa, han evidenciado el vínculo indisoluble que les une 90 años después.

Tres generaciones de las familias de la Vall y Turís, unidas durante la guerra civil sin tener ningúna relación previa, han evidenciado el vínculo indisoluble que les une 90 años después. / Mònica Mira

La Vall d'Uixó

En el año 2025, 78,6 kilómetros de carreteras, principalmente autovías, separan la Vall d’Uixó y Turís (Valencia). En coche, puede completarse el recorrido en apenas una hora. Nada que ver con la odisea que vivió Teresa Forner, con un hijo muy pequeño, en 1938, cuando como tantos otros valleros fue evacuada ante la inminencia de la llegada del frente de guerra, con unos bombardeos que dejaron varios muertos en la localidad.

Los horrores bélicos no son anónimos y hay tantos como personas abocadas a vivirlos. En la evacuación, Teresa tuvo que separarse de su marido, Paco Garcés, panadero de profesión, al que obligaron a permanecer en el pueblo para proveer de un alimento tan básico como el pan a quienes se quedaron.

Sobre un carro, con otras personas, Teresa y su hijo partieron hacia Valencia huyendo de lo que se presentaba como una muerte segura y un abismo de incertidumbres sobre el oscuro futuro que acaba de abrirse ante ellos. Viajaron la mayor parte del tiempo entre campos de cultivo, medio ocultos, bajo la amenaza de los aviones y el sonido de las bombas como terrible banda sonora de su exilio.

Una dura travesía revestida de miedo, que «no sé por qué, mis padres nunca me contaron la razón», finalizó en Turís, donde al llegar les instalaron en una casa «en la que no los trataron nada bien», recuerda su tercera hija, Tere Garcés.

Pero el destino —seguramente si le preguntaran a ella diría que por voluntad divina—, les abrió las puertas de otra casa, un hogar, en la que realmente empieza esta historia, que todavía no tiene fin.

Dicen que el amor es ciego, y a Teresa la Mediana, invidente y que regentaba una tienda que le dio su sobrenombre, debía sobrarle amor y bondad, porque acogió en tiempo de escasez a esta pequeña familia vallera desamparada, a la que le faltaba un pilar fundamental. Allí, recibieron todo lo que alguien necesita en unas circunstancias tan extremas: el calor de la caridad cristiana, de la empatía... De la humanidad, al fin y al cabo.

Paco Garcés pudo salir finalmente de la Vall. Lo hizo sin saber dónde estaban su mujer y su hijo, cargado con todo el pan que pudo llevarse y con una camisa anudada repleta de harina. Solo sabía que los suyos huyeron a Valencia.

Dicen que preguntando se va a Roma. Él preguntó mucho y compartió tanto como pudo y las respuestas les reunieron por fin. Y así, conocieron a Carmen, Joaquinet y Tereseta. Que se convirtieron en sus hermanos. «Más familia que la familia», aseguran sus herederos.

La guerra acabó. Paco, Tere y su hijo regresaron a la Vall, pero no hay distancia que separe lo que quiere permanecer unido. Las visitas e intercambios eran constantes. Celebraciones familiares, fiestas, enfermedades, entierros, cualquier situación les volvía a reunir y así crearon unos lazos y un cariño que sus hijos mamaron y transmitieron a su vez a los suyos.

La familia que se elige

Ningún ADN ni apellido los relaciona, pero casi noventa años después, cuando parece que algunos añoran esa España de los dos bandos enfrentados y que se quieren revivir los odios que provocaron tanto sufrimiento, los hijos, los nietos y los biznietos de esas dos familias mantienen vivo ese homenaje a lo bueno de estar unidos.

Recientemente, esas tres generaciones de los Garcés de la Vall y de los descendientes de Teresa la Mediana de Turís, aunque mantienen el contacto de manera habitual, decidieron hacer algo especial demasiado tiempo aplazado. Organizaron una gran reunión familiar en Moncofa, para celebrar la vida y las razones por las que el tiempo solo es una medida y la familia también puede elegirse.

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