La Semana Santa castellonense se caracteriza por la variedad de actos en los que, a los típicos desfiles procesionales con artísticos pasos, la provincia ofrece representaciones sacras de calidad sobre la Pasión y Muerte de Jesús. Junto a estos actos, más recientemente ha aparecido el grupo de tambores y bombos -las denominadas ‘tamborradas’-- que dan un aire nuevo a la celebración de antaño.

La Semana Santa de la capital ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial (2015) por muy diversas y buenas razones. Una de ellas, sin menoscabo de las otras celebraciones, la existencia de la Cofradía de la Sangre (año 1500), la más antigua, a la que siguen seis más: Hermandad de Paz y Caridad, Cristo de Medinaceli, Santa María Magdalena, Venerable Orden Tercera del Carmen y Virgen de los Dolores y el Santo Sepulcro, ambas del Grao.

Indiscutible es la belleza de sus pasos, fruto de la imaginería de excelentes escultores. Ellas contribuyen a esa denominada teología icónica que, entroncando con la fe de la religiosidad popular, provoca los sentimientos y las emociones de los devotos.

Pero si emotiva es la Semana Santa de la capital, no menos lo son las diversas manifestaciones de algunas poblaciones de la provincia, unas más modestas, otras más brillantes. Recordemos la ya popular Rompida de la Hora de l’Alcora, que reúne a un sinfín de personas en la plaza y la Hermandad del Santísimo Cristo del Calvario; la Trencà de l’Hora”, celebrada el Viernes Santo en Alcalà, que presume de tener el bombo más grande del mundo; la procesión general del Viernes Santo en Vila-real, de antigua tradición (1546), declarada también Fiesta de Interés Turístico Provincial, así como la Passió que lleva por título Laqvima Vere, con música de Alfredo Sanz; los desfiles procesionales de Vinaròs, iniciados ya en el siglo XVI; la Processó de les Vergues de San Mateo, en el Jueves Santo, reminiscencias del acompañamiento de los reos en el momento de ser ajusticiados; la procesión del Encuentro” (la Mañanita de Pascua) en Segorbe; los pregones y procesiones de Morella, con su Santa Cena del Señor; la Vall d’Uixó, Burriana, Moncofa y tantas otras poblaciones en las que destacan los pregones, procesiones y actos diversos.

Otro innovador aspecto de la celebración de la Semana Santa castellonense lo constituyen las representaciones sacras sobre la Pasión y Muerte de Jesús en la cruz. En el año 1975 nació la primera Pasión provincial de la modernidad, Nueva Jerusalén, con el objetivo de reproducir espacial y temporalmente el drama histórico. Siguiendo este ejemplo, en el año 1979, se creó la Passió de Torreblanca; en 1992 la de Xilxes, en el 2000 Eslida, y en el 2001 Alfondeguilla. Naturalmente, hay que decir que la primera representación del drama sacro se celebró en Vila-real en el lejano 1369.

El fenómeno de las Pasiones ha representado para nuestra provincia una aportación interesante en las celebraciones de Semana Santa, sin olvidar otras poblaciones en las que, bajo su modestia, sin alharacas, la piedad y la fe se traslucen en los diversos actos y oficios que en ellas tiene lugar. El viajero, el devoto, cuenta con itinerarios realmente interesantes para recordar y revivir aquellos momentos de intensa emoción que provocan la Pasión y Muerte de Jesús. H