Cierval vive hoy la que es, sin duda, la junta directiva más trascendente de cuantas ha celebrado la entidad desde su constitución. La patronal autonómica celebra hoy una reunión en la que como principal punto del orden del día figura la votación acerca del plan de viabilidad presentado por Coepa, la entidad que aglutina al empresariado de la provincia de Alicante, y cuyo contenido propone básicamente que Cierval asuma una quita del 95% de la deuda que arrastra con la autonómica, a la que pertenece.

Se apruebe lo que se apruebe, el asunto es complejísimo por las consecuencias que se derivan. Si se acepta, supone que es Cierval la que traga con la deuda de Coepa, teniendo en cuenta que la propia confederación autonómica ya tiene problemas de liquidez por las restricciones de la Generalitat, el bloqueo de fondos de Hacienda por impagos, y la deuda de dos de las tres fundadoras: la castellonense CEC y la citada Coepa. Pero el propio Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), dependiente del Consell y principal acreedor de Coepa, ya ha anunciado que se opone rotundamente a esta opción, por lo que en la práctica aboca a la entidad a liquidación y disolución.

Si la junta de Cierval no lo acepta, el resultado es prácticamente el mismo para Coepa.

La patronal de Castellón CEC, por su parte, también está muy pendiente de lo que pase con respecto a su homóloga de Alicante. Si se acepta la quita --fuentes consultadas por Mediterráneo apuntan a una «abstención» de la CEC en este punto--, en la práctica supone abrir la puerta a que la patronal castellonense pida lo mismo: debe más de 600.000 euros a Cierval, con la vista puesta al concurso de acreedores controlado que se está preparando y que se presentaría formalmente ante el juez a finales de noviembre.

Y en medio de todo, queda en el aire el futuro de Cierval, que ha pasado de pretender aglutinar a las tres entidades territoriales en su seno, aupándose como la única voz de los empresarios de la Comunitat, idea auspiciada por su presidente José Vicente González, a ver seriamente amenaza su continuidad, precisamente por la situación de falta de fondos de sus fundadoras de Castellón y Alicante. La otra pata de los fundadores de Cierval, la patronal valenciana CEV, que en su día era favorable a esta fusión de entidades en una sola, cambiaba la pasada semana su decisión, y decidía aparcarla, consciente de que una integración supondría en la práctica tener que asumir la deuda de Castellón y Alicante.

Todo está en el aire, una decisión que condiciona la aprobación de modificación de estatutos y del presupuesto de Cierval, que se juega hoy su futuro. H