Sumamos once meses de pandemia. Once meses de miedo, restricciones y de consecuencias económicas a todos los niveles pero, ahora que la tercera ola va de bajada, los expertos vuelven a dar un toque de atención: que la fatiga pandémica y las prisas por recuperar una cierta normalidad no dirijan nuestras decisiones o volveremos a enfrentarnos a una nueva onda epidémica, la cuarta, más pronto que tarde.

Es la advertencia que ya están lanzando desde diversos ámbitos a la vista de las propuestas que se están viendo en muchos lugares de España y por parte de algunos sectores económicos y políticos en la Comunitat Valenciana. Ayer insistía en ello la responsable de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, OMS, Catherine Smallwood, al recordar lo que pasó tras las vacaciones de verano por ir demasiado deprisa y a esa idea se sumó la Sociedad Española de Medicina Preventiva y Salud Pública por boca de su presidente, el valenciano Rafael Ortí. «Si volvemos a precipitarnos levantando las medidas como lo hicimos en diciembre con una incidencia de 200 casos por 100.000 habitantes, tendremos una nueva ola para Semana Santa. No podemos apresurarnos».

El especialista lleva meses defendiendo que la mejor manera de haber evitado esta tercera ola —que para él es ya la cuarta según los picos de transmisión registrados en la Comunitat— hubiera sido un confinamiento domiciliario duro pero corto, «que hubiera atenuado las consecuencias económicas en ciertos sectores».

Bajar de 777 a 50 casos

A falta de esta solución expeditiva, el especialista en Salud Pública opta encarecidamente por mantener al máximo las restricciones que hay actualmente en vigor y pone un horizonte al que llegar. «Hasta que no estemos en una incidencia del virus por debajo de los 50 casos por 100.000 habitantes, que es el equivalente al nivel de riesgo en el que el sistema de medicina preventiva actual es capaz de controlar de forma precisa los nuevos contagios, no podemos empezar una desescalada. Si corremos, tendremos una quinta ola en Semana Santa», asegura.

La gran pregunta entonces es cuánto tiempo más hará falta para llegar a esa frontera. Porque precisamente, a día de hoy, la Comunitat Valenciana es la región de España con una transmisión del virus más alta (lleva tres semanas siéndolo) con 777 casos por 100.000 habitantes a 14 días, muy lejos de ese nivel marcado de los 50 casos y triplicando el nivel máximo de riesgo que el propio ministerio puso en los 250 casos.

Manteniendo todo lo posible las restricciones actuales, el experto vaticina que la transmisión del virus podría bajar de forma «rápida por la propia dinámica de la onda, puede que no más allá de febrero». De ser así, el posible escenario de la desescalada controlada podría empezar en marzo, «pero debemos de aguantar el tirón y no precipitarnos y mientras reforzar la Atención Primaria y los servicios de Medicina Preventiva y Salud Pública», además de continuar con la vacunación siguiendo la triple estrategia de abordaje de la pandemia que Ortí defiende: «la maza, la danza y el escudo». O lo que es lo mismo, restricciones y control, prevención y detección de casos y protección frente a la enfermedad a través de la vacuna.

De esta forma la «maza» se debería mantener aún varias semanas y después se debería mejorar la «danza» de la prevención y detección de casos. «Hay que mejorar el sistema de Medicina Preventiva y conseguir hacer una trazabilidad inversa que nos ayudaría a controlar de forma mucho más precisa el virus y su avance, pero eso solo es posible con recursos y unos niveles bajos de transmisión del virus», recuerda.

La tercera pata de la fórmula del éxito, el «escudo», lo constituye el esperado aumento de personas protegidas por la vacuna. «Con esto, nos evitaríamos una nueva ola y empezaríamos a tratar a la covid-19 como una más de las enfermedades con las que tratamos ahora como el sarampión», explica.

¿Y si llega?

Frente a este escenario ideal, Ortí advierte de que todo movimiento que se haga antes de tiempo puede conllevar, como pasó en diciembre, un repunte de casos y el inicio de una nueva ola que, sin embargo, tampoco sería como la actual. «Si llegara porque no hemos hecho las cosas bien, puede que viéramos menos mortalidad porque tendremos a buena parte de los colectivos más vulnerables ya protegidos y podría bajar también la tasa de hospitalizaciones. No sería como la actual sino más parecida a la de verano o septiembre», vaticina Ortí. Eso sí, siempre que las nuevas variantes del coronavirus como la británica o la sudafricana que ya están circulando no fuercen ese repunte, con consecuencias todavía por ver.