El Botànic encara la recta final de la legislatura con sus séptimos presupuestos aprobados. La imagen de estabilidad y cohesión del tripartito, que un día antes aparcó sus diferencias para pactar la tasa turística, contrasta con la fragilidad de las alianzas conservadoras que han saltado por los aires este año, primero en Murcia y Madrid, donde el PP expulsó de los gobiernos autonómicos a Ciudadanos y esta misma semana en Castilla y León, donde se han convocado elecciones porque el gobierno de Fernández Mañueco temía una moción de censura en la que pudiera participar su hasta ahora socio en el ejecutivo. En Andalucía tampoco la alianza de derechas atraviesa su mejor momento. Habrá elecciones en junio u octubre de 2022 y Vox, que sólo blinda a la presidenta regional de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se niega a aprobar los de Moreno Bonilla. 

En el caso valenciano, las cuentas aprobadas ayer no han estado exentas de complicaciones. De hecho han sido las más complicadas. La negociación se complicó en octubre, lo que obligó al Consell a llevar a las Corts los presupuestos fuera de plazo. Ha sido el año en que por primera vez la negociación del presupuesto se gestó en un sanedrín formado por miembros designados por los tres partidos, que decidieron las prioridades de las cuentas de 2022. Pero al final el Botànic demuestra que aunque le cuesta alcanzar los acuerdos por las diferencias que existen entre los tres partidos, el pacto siempre acaba por llegar.

Tanto los presupuestos como la ley de Medidas Fiscales se aprobaron con los 52 votos de la izquierda frente a los 47 del bloque de la derecha, aunque el año pasado Ciudadanos se abstuvo a la ley de Medidas Fiscales. La derecha asegura que el Botànic ha pasado el rodillo y lamenta que la gran mayoría de enmiendas presentadas hayan sido rechazadas.

Las cuentas de la Generalitat para 2022 alcanzan los 27.967 millones e incorporan una segunda partida reivindicativa al margen de la ya conocida de 1.366 millones por la infrafinanciación. A ella se suma un fondo de mil millones de «transición hacia la normalidad» que eleva las cuentas por encima de 2.340 millones respecto a las de 2021. Así, al segundo Botànic solo le quedaría aprobar un presupuesto más antes de la cita con las urnas autonómicas, previsiblemente en 2023.

«Los pactos de izquierda funcionan y no hay ninguno de la derecha que lo haya hecho», dijo el síndic del PSPV, Manolo Mata. El president, Ximo Puig, también destacó la estabilidad del Botànic.

La síndica de Unides Podem, Pilar Lima señaló que a los valencianos les ha tocado el gordo con el presupuesto porque las cuentas refuerzan el estado social. 

La portavoz del PP, María José Catalá, se refirió al aumento de los precios, a las esperas para una PCR o a la incertidumbre que genera en miles de familias el nuevo ERE de Ford. Reprocha al Botànic que suba el sueldo a los altos cargos y rebaje el dinero de Sanidad o Política Social y pide una bajada de impuestos frente a una izquierda que ha pasado una apisonadora ideológica. 

La portavoz de Ciudadanos, Ruth Merino, dijo que han imperado las rencillas y los ingresos ficticios en unos presupuestos irresponsables. La síndica de Vox, Ana Vega, dice que las cuentas son las de los intereses globalistas.