Las cosas que le quedaban a José Enguídanos las han sacado dos personas en tres minutos. Un rollo de papel industrial, dos botellas de butano, una máquina de aire acondicionado, unas cajas con medicinas y una maleta de mano. Las ha sacado él mismo con la ayuda de otra persona antes de que le desahuciaran de su casa. Aunque 'casa' es una palabra muy grande para describir el bajo comercial pequeño, oscuro, sin contadores de luz ni agua en el que ha estado viviendo durante cinco años.

Pagaba 230 euros al mes, y es la única alternativa que encontró para vivir solo con los precios de la vivienda disparados en Mislata (ahí y en toda la ciudad de València). Su abogado explica que el propietario firmó con José un contrato de alquiler de bajo comercial -ya que está prohibido que una persona pueda entrar ahí a vivir-, pero lo hizo a sabiendas de que iba a tener a una persona durmiendo en ese lugar.

José cuenta que le dieron el bajo completamente vacío, y los muebles que hay ahí son suyos. En los días anteriores ha sacado lo que ha podido para meterlo en un trastero, y su perrita se ha quedado con una vecina, pero el resto se ha quedado dentro. Los servicios sociales de Mislata tuvieron conocimiento del caso el jueves, y la única solución que le dan es que se pague un motel. Pero José no puede, y explica con la mirada perdida y comiéndose un bocadillo que no sabe dónde dormirá esta noche.

José en la puerta de su bajo comercial que tiene alquilado como una vivienda DANIEL TORTAJADA

José alterna la entrevista con tientos al bote de pastillas. Está enfermo y tiene discapacidad. Explica que cobra 900 euros al mes, y que ese bajo es lo mejor que ha podido conseguir para tener un techo sobre su cabeza. Como no tiene cargas familiares y está solo, los servicios sociales lo consideran demasiado 'rico' para darle ayudas.

"Es un problema que vemos mucho, hay que tener en cuenta si se tiene o no vivienda, si la persona tiene una enfermedad y necesita tratamiento. No podemos decir que porque esté solo y cobre 900 euros ya no necesita ayudas. Deberían revisar eso", explica José Luis González, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Infravivienda al alza

Tanto José como varios vecinos de la localidad cuenta que la infravivienda es un problema acuciante en Mislata. Dicen que hay más personas viviendo en bajos comerciales como el suyo ante la imposibilidad de encontrar una vivienda digna asequible.

El ayuntamiento, en cambio, remarca que no han recibido casos similares y no tienen constancia de más personas viviendo en bajos, ni una estimación de ciudadanos viviendo en infraviviendas. Explica que también conocieron el caso de José el jueves y trabajaron lo más rápido posible, aunque no han podido darle solución.

José, en la puerta de su bajo convertido en vivienda durante cinco años DANIEL TORTAJADA

A la PAH le preocupa especialmente esto; en Mislata pero también en el resto de pueblos y ciudades del área metropolitana. Las infraviviendas y bajos convertidos en viviendas están proliferando en València según ha contado este periódico. Pero el caso de José es el siguiente escalón, ya que firmó un contrato de bajo comercial, y ese espacio no reúne las condiciones mínimas de salubridad ni de ventilación para que una persona pueda vivir ahí.

Para González, esta realidad va al alza en muchos lugares de València y reivindica que "eso debería de evitarse con la existencia de un parque público que implique la vivienda de la Sareb y de los grandes tenedores. Hay muchísima vivienda vacía de este tipo y necesitamos movilizarla. Si eso no se resuelve no se resuelve nada", remarca González.

A José le queda media hora dentro de lo más parecido que tiene a una casa. Se sienta en el sofá y se cabrea con el trabajador de Servicios Sociales, que le propone que se vaya a un motel por 30 euros la noche. "¿Treinta euros la noche? ¿Quién se cree usted que soy, Rockefeller?" dice mientras le cuelga el teléfono. Espera a la comitiva judicial mientras come un bocadillo.

Explica que tiene una hermana, pero que no le ha dicho nada porque "ella tiene que preocuparse de su trabajo y de su vida". La pobreza es vergonzosa y nadie quiere asumir que se encuentra en esta situación, tampoco, como piensa José, ser una carga para su familiar ni 'molestar'. Su abogado le recrimina que le diga algo, para que al menos ella no se entere leyendo este reportaje en el periódico.