Poseedor de un gran espíritu viajero y amante del buen comer —y del buen vivir—, Manuel Vicent ha logrado conjugar ambos aspectos en su literatura. Viajar, para él, es algo necesario. «El viaje es el fundamento de la literatura», ha dicho en más de una ocasión el escritor de la Vilavella, autor de una ingente obra literaria y columnista de prestigio.
Ayer domingo, Vicent recibía una de las Altas Distinciones que concedía este año la Generalitat valenciana en la gala de los Premis 9 d’Octubre, otro reconocimiento que el castellonense recibió emocionado y que se suma a importantes premios como el Nadal en 1986, el Alfaguara —que recibió en dos ocasiones, en 1966 y 1999— o el de las Letras Valencianas, en el año 2014.
Destacar que el resto de premiados con la Alta Distinción este 2022 han sido a título póstumo el poeta Miguel Hernández y Enric Valor i Vives y, por otra parte, la cantante y compositora Sole Giménez, que ayer actuó en Castelló dentro de la Mostra d’Arts Escèniques que organiza el Ayuntamiento de la capital de la Plana, y el pueblo ucraniano.
¿Qué ha supuesto recibir la Alta Distinción de la Generalitat?
Me siento muy honrado, por supuesto. Doy gracias al jurado y a la Generalitat por este premio. Poco más puedo decir al respecto, lo acepto feliz, sobre todo porque te lo dan en casa, los tuyos.
Es este un reconocimiento a toda su trayectoria, a su labor literaria y periodística.
Sí, pero lo más importante para mí es que es un premio «doméstico», de los tuyos, insisto, en tu tierra, en tu propia cultura. Poco importa ser famoso en Japón si jamás vas a ir a Japón. Lo que importa es que los tuyos te lo reconozcan a un nivel o, más bien, en la distancia corta, que es donde se desarrolla la vida.
¿Diría que es un premio, un agradecimiento, por tanto, que le supone el entusiasmo de aquellos que le quieren?
Sí, porque lo significativo no son los grandes proyectos, ni las grandes trayectorias, sino el día a día, ese vivir entre los tuyos, con los tuyos y para los tuyos.
Y todo ello, teniendo en cuenta que hace mucho tiempo que se trasladó a Madrid, dejando una provincia, una tierra que, en realidad, siempre ha estado ahí.
Yo tengo la provincia de Castellón dentro de mi trabajo. Iba a decir de mi corazón, pero quizá suene muy cursi -se ríe-. Si he de hablar de mi forma de trabajar, puedo decirte que yo pienso en valenciano, pienso en Castellón.
Forma parte de su ser, de su historia personal.
Todas mis vivencias son de ahí, de la Plana, de Benicàssim, del mar de Moncofa, de la Serra d’Espadà, del Maestrat... Es mi alveolo, la forma en que yo he visto la vida desde que nací.
Ciertamente, eso es algo que siempre ha reflejado, y muy bien, en su obra literaria.
Sí. Yo, en realidad, literariamente, nunca he salido de Castellón, de Valencia.
De alguna manera, aquellos que no conocen la provincia de Castellón, al leer sus libros pueden viajar hasta aquí a través de ellos y conocer lo que, para usted, es su memoria, su vida.
Sí, sí. Con todo lo que he escrito yo de Castellón, directamente, se podría hacer un mapa o un itinerario literario, estético.
