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Bernabé Sánchez-Minguet: "Hay que ser sensibles con las familias que puedan pasarlo mal por los tipos"

El directivo cree que el panorama económico para 2023 será «complicado» por las «incertidumbres» que generan la inflación, la crisis energética y la subida de los tipos de interés

Bernabé Sánchez-Minguet, en la sede de Cajamar en València Fernando Bustamante

Hace ahora diez años de la absorción de la valenciana Ruralcaja por Cajamar, en cuyo grupo cooperativo están integradas dos decenas de rurales de la autonomía. Sánchez-Minguet (Requena, 61 años) fue director de CajaCampo, también integrada en la entidad con sede en Almería.

La gran banca parece dispuesta a una moratoria de un año en las cuotas a los hipotecados con problemas. ¿Qué le parece?

Habrá que ser sensibles con las familias que puedan pasarlo mal por la evolución de los tipos de interés. Habrá que afinar muy bien qué tipo de familia. El grupo Cajamar siempre ha sido muy sensible a estas cosas cuando se han hecho propuestas sectoriales. Siempre ha estado ahí para favorecer a las familias con dificultades.

La banca ha puesto el grito en el cielo por el impuesto a los bancos que impulsa el Gobierno. ¿Es para tanto?

Hay distintos tipos de entidades. Hay algunas que han sido ayudadas en determinados momentos por fondos públicos. Otras, como es el caso de nuestro grupo, no han recibido ningún apoyo público y nos duele ver que aparecemos en los medios todos en el mismo saco. Ahora, se nos dice que tenemos que contribuir con un pseudo impuesto a arrimar el hombro para que la sociedad pueda salir adelante en estos tiempos difíciles. Estaremos ahí, pero no tengo un juicio de valor al respecto.

En este 2022 se han cumplido los diez años de la gran concentración bancaria. En su caso, Cajamar absorbió a Ruralcaja y Caja Campo. Desde entonces, el cooperativismo de crédito apenas se ha movido. Desde luego, no se han producido las operaciones de concentración que se preveían. ¿Por qué?

Porque el sector ha ido cohesionándose en torno a varios modelos de concentración con distinta intensidad que hace que las crisis se resuelvan de forma privada. Ha habido crisis en otros grupos, en cuya resolución hemos participado, sin que nunca llegue al contribuyente el efecto de esa ayuda.

Tampoco se ha vuelto a hablar de la legislación que preparaba el ministerio de Economía, se decía con la intención de concentrar todo el sector en uno o dos grupos. ¿Volverá?

No tengo noticias. Nosotros creemos que el cooperativismo de crédito en algún momento tendrá que hablar y buscar proyectos de sector. Nuestro modelo es un modelo de sector, que diseñamos para que las entidades puedan mantener su independencia jurídica, puedan seguir aplicando recursos en su entorno y que en la parte de los costes fueran más eficientes, siempre con políticas comunes y prudentes porque compartimos resultados y recursos propios. Este modelo es exportable al resto de cajas de nuestro país.

¿Cajamar mantiene el proyecto de crear un solo grupo cooperativo en España?

Cajamar ya tiene un grupo cooperativo y está abierto al resto del sector, pero tampoco queremos quedar como que quiere hacerse con el resto del sector. Nuestro sistema lo que viene a decir es que pongamos en común los recursos propios y las estructuras para generar eficiencias, y que luego en local cada entidad sea más fuerte.

¿Qué ganancia ha obtenido como tal en estos diez años?

El grupo surgió con dificultadas al nacer por la fusión de Ruralcaja y Cajamar porque la primera no tenía visos de poder mantener la situación. Cajamar puso sus reservas para poderlo sacar adelante. No hubo ayuda pública. Fue a pulmón. Eso lo hemos ido pagando durante estos años. Hemos tenido que hacer frente también a la sentencia de las cláusulas suelo, los tipos negativos, la sentencia del IRPH, las ayudas a Sareb, de la que somos socios, la toma de posiciones en cooperativas de crédito que pasaron dificultades. Dicho esto, en cuota de mercado hemos ganado terreno. Ahora mismo, somos el grupo cooperativo con mayor cuota de mercado en la Comunitat Valenciana, rondamos el 9 % en depósitos y el 7,5 % del crédito del total del sector financiero. En el grupo cooperativo Cajamar, la Comunitat Valenciana es prácticamente un tercio del mismo. La financiación otorgada por las entidades de nuestro grupo en la Comunitat Valenciana tuvo un impacto económico de más de 20.000 millones de euros en términos de renta y contribuyó a generar 400.000 empleos en estos diez años.

¿Está previsto ampliar el grupo?

No.

Los fondos de inversión están penetrando con fuerza en el sector agroalimentario. ¿Es una oportunidad para Cajamar o tienen ventaja los grandes bancos a la hora de financiar?

A la hora de financiar no tenemos problemas. Por la consolidación de nuestros balances y al mantener un único coeficiente de solvencia, podemos entrar en cualquier tipo de operación. Lo que habría que pensar es qué impacto puede tener esto en el sector agroalimentario. Nosotros nos dedicamos muy preferentemente al mundo de las cooperativas y, en la medida que esto lo rompe, pues nos quita algo de protagonismo, pero no a la hora de financiar.

La banca está cerrando cada vez más oficinas en el medio rural y la exclusión financiera crece. ¿Qué está haciendo grupo Cajamar al respecto? ¿Cuántas aperturas proyecta para este año y el próximo?

Mantenemos una red rural en estos momentos en municipios de menos de 10.000 habitantes que llega al 33 %. Nos penaliza a efectos de eficiencia, pero eso marca la vocación del grupo de luchar contra la exclusión financiera. En muchos municipios muy pequeños con población envejecida y perfil de ahorro y donde es difícil mantener un servicio completo, lo que estamos haciendo es crear agencias, horario reducido de oficina o poner autobuses. En número de oficinas, anualmente en neto estamos reduciendo por la vía de integrar varias oficinas de un municipio en una sola. Se está pudiendo hacer con el apoyo de la banca digital. Buscamos ubicaciones más centradas, grandes y con perfil más de asesoramiento que de operatoria. Seguimos abriendo oficinas, pero en localidades donde no tenemos presencia y muy relacionadas con el mundo agroalimentario. El año que viene, una en Bilbao. En este 2022, dos en Galicia, otra en el País Vasco y otra en Cáceres.

Los augurios sobre la situación económica son cada vez más sombríos. ¿Usted cómo ve el panorama para 2023?

Con mucha incertidumbre. No lo veo bien. La crisis energética y la inflación están ahí. Los tipos de interés están subiendo, aunque es verdad que nos hemos acostumbrado a los tipos en negativo y parece que el mundo tuviera que seguir siendo así, cuando lo natural es que el ahorro tenga una remuneración y que las entidades financieras intermedien entre ahorradores y prestatarios para mover la economía. No me atrevo a pronosticar el año que viene, con los problemas de energía, con la vulnerabilidad de una parte de la sociedad, pero va a ser complicado.

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