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ANÁLISIS

Compromís, una 'cassola en forn'

La estela de la salida de Oltra del Consell está siendo corrosiva en la coalición y está por ver hasta dónde llega la onda. La prueba más cercana son los presupuestos y el papel de la exlíder y los ‘amigos’ de Més puede ser clave

Mireia Mollà dialoga con Enric Morera con Mónica Oltra a su lado, en el 2012 en Les Corts. F.M.

Compromís es un partido en ebullición. La salida airada de Mireia Mollà del Consell pone a prueba su capacidad de resistencia a siete meses de elecciones. Hace tiempo que la situación interna de la coalición era materia de corrillos, pero parecía que el conflicto no iba a emerger. Creo que la mayoría tomábamos como referencia la fortaleza que ha ido demostrando el proyecto desde el 2015, cuando toca poder: resiliencia interna y, sobre todo, mantenimiento de un apoyo elevado de la ciudadanía cada vez que se han sacado las urnas o se han realizado encuestas.

Si ahora el conflicto es público y las desavenencias se airean en la plaza mayor tiene que ver (bastante) con la ausencia de Mónica Oltra y el tiempo revuelto en la izquierda con plataformas en ciernes que llenan muchos titulares pero no llegan a concretarse. La estela de la salida de Oltra del Consell está siendo corrosiva y está por ver hasta dónde puede alcanzar la onda expansiva en Compromís y en el Botànic. De momento, el mensaje entre líneas es que, sin ella, la bronca sube de la pantalla verbal a la de las destituciones y los desaires públicos.

De momento, rotos los puentes con Mollà, la estabilidad en Iniciativa del Poble Valencià se sostiene sobre la delgada línea que une a Oltra y Aitana Mas, aupada en su momento por el ala Mollà, pilar fundacional de una formación que cuenta con pocos militantes (en comparación) y mucha influencia intelectual en Compromís.

Resistir a la tentación

La duda es si este vínculo entre predecesora y sucesora en la vicepresidencia y la portavocía del Consell resistirá la tentación de una (la que ya no está y sabe que no va a estar a medio plazo) de tensar al máximo y la actitud de otra (la que ahora tiene que dar la cara todos los días) de exhibir cohesión con el resto de socios del Botànic. Se va a poner a prueba en horas. 

Una ruptura en la dupla actual de poder en el conocido como ‘partido de Oltra’ dejaría a este para pasar la aspiradora y recoger los añicos y situaría a su vez en un momento crítico a Compromís y, por extensión, al Gobierno valenciano. Como algunos dicen desde dentro, puede ser el momento de Més (el viejo Bloc), aunque, en contra de la tentación de merendarse al que sufre, quizá sea el momento de proteger a Aitana Mas, el máximo cargo hoy de la coalición, y no crearle más problemas a la hora de cerrar los presupuestos. 

Si el viernes, mañana, hay presupuestos valencianos del 2023, será porque Compromís (sus distintas sensibilidades) ha preferido cerrar filas en torno a ella. Si se repite la guerra de guerrillas para arañar una pizca más cada uno del pastel de las cuentas (a costa de otro, siempre), la crisis puede perpetuarse.

Siempre habrá interesados en ello. Pero cuando pasan a vencer quienes priman su interés personal a lo que suceda en las urnas, se empieza a perder. Puede que en otros partidos sea habitual, pero el partido de las sonrisas era otra cosa, eso decía, no un terreno de minas y purgas, sino de política en femenino plural, con lo que representa de entendimiento entre diferentes. Eso decía.

De momento, con Mireia Mollà apartada, hay que ver cómo reacciona en el medio plazo esta y, sobre todo, Pasqual Mollà, un peso pesado de la izquierda superviviente de unas cuantas diásporas. Sobre todo, cuando la plataforma de Yolanda Díaz está en construcción, sobrevolando la atmósfera. Y cuando Oltra parecía destinada a ser su representante estelar en la Comunitat Valenciana. De momento, Compromís está en ebullición, hirviendo como «la cassola en forn» de Ausiàs March, «faent camins dubtosos per la mar». H

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