Jim Sheridan es un cineasta irlandés que, con sólo cinco títulos en su haber, ha consolidado una carrera donde la realidad política de su país ha estado en primer término, pero el autor de En el nombre del padre ha dejado un poco de lado el cine político porque no tiene, dice, ningún mensaje positivo que transmitir.

Después de The Boxer, Sheridan ha retomado el que es, hasta ahora, su proyecto más personal, En América, que se estrena el próximo viernes en España y donde reúne sus recuerdos de inmigrante en Nueva York junto a su familia. Es un filme esperanzador y que, a su juicio, también tiene su peso político, ya que habla "de soltar a los muertos, dejarlos ir y liberar la ira", declaró el director ayer ante un reducido grupo de periodistas en Madrid.

FAMILIA IRLANDESA En América narra la llegada a Estados Unidos de una familia irlandesa con dos hijas pequeñas. Los apuros económicos de los padres se mezclan con los primeros descubrimientos de esas niñas a través de los cuales se ve a una familia que no ha superado todavía la muerte de su hijo, fallecido a causa de un tumor cerebral.

"Quería hacer una película sobre los primeros momentos de mi llegada a Nueva York -explica Sheridan- y unirle la historia de mi hermano muerto por un tumor. Tardé diez años en escribirla y luego les pasé el guión a mis dos hijas para que hicieran una reescritura. Ellas quitaron mi personaje, lo dejaron en la sombra. Así que junté ambas historias en 1994 y todavía tuvieron que pasar tres años antes de incluir la historia de mi hermano; y otro tanto en hacer la película".

MÁS DOLOROSO El cineasta, autor de títulos como Mi pie izquierdo o En el nombre del padre, apunta que es más doloroso hablar, como es este caso de lo personal, que de una realidad política. "Cuando haces cine político te protege la izquierda, pero cuando filmas una historia personal es muy distinto, porque se tiende a buscar ideas políticas en las posturas personales".

Tanto en su cine político como en el más personal, Sheridan siempre deja un final esperanzador. Lo hace, dice, porque "todas las historias son forzosamente mentira. La Misa también es una mentira cuando hay que creer que la hostia es el cuerpo de Cristo. Y yo creo que si refuerzas lo positivo, si lo repites mucho, a veces esa mentira se convierte en realidad. Sin embargo, si nos aferramos a lo negativo no hay salida".

Y pone como ejemplo En América, una película que, "puede parecer ligerito y personal, pero es profundo porque, en el fondo, lo que está diciendo es que hay que soltar a los muertos, dejarlos ir y liberar la ira". Un planteamiento que, para Sheridan, engancha con la realidad política de su país.