Nero lleva ocho años intentando hacerse un hueco en el mundo de la música. Con dos trabajos a cuestas, No ganas nada y Del revés, la historia de este grupo de rock castellonense compuesto por cuatro jóvenes (Nacho Fandos, Juanjo Bulla, David Franch y Jorge Zeyani), sigue el patrón de prácticamente la mayoría de las formaciones que completan el rico submundo musical de la ciudad. Lograr hacer de la música su forma de vida es un camino que no se les ha puesto nada fácil. Los obstáculos comienzan con la búsqueda de un lugar en el que poder ensayar.

Encontrar un buen local que se adecue a las posibilidades económicas de cada grupo y a la paciencia del vecindario es bastante complicado. Muchos de estos jóvenes saben lo que es ser expulsados de sus respectivos garitos por las quejas de los vecinos. "Estuvimos en un garaje en Grapa del que nos echaron por el jaleo. Hemos llegado a recoger colchones por la calle para insonorizar los sitios en los que hemos estado", comenta entre risas José Gómez, integrante, con Noé Cruz, Vicente Gómez y Paco Sanz, de Ruidosis.

El nomadismo es una constante en el mundo de la música local. "Durante dos o tres años ensayamos en la cochera de los padres de uno del grupo, en una villa a las afueras de Vila-real, pero antes estuvimos en la nave en que la ensayaba la orquesta del padre del bajista.", explica Nacho, guitarrista y voz de Nero.

Poco después la formación se trasladó a La Casa del Loco, una nave ubicada en la carretera de Almassora que acoge locales de ensayo. Hasta allí se desplazaron también, hace ya un año y medio, los integrantes de Uciel (Carlos Bonet, José María Moreno, Diego Moreno y Moisés Llorens). Este grupo, a medio camino entre el death sueco y el metal gótico, se formó en 1999 y empezó a tocar en un antiguo almacén de juguetes en el polígono Castalia. "Pagábamos 90 euros al mes, con todo incluido. Era muy espacioso para un solo grupo", comenta Carlos (teclado). "El problema es que nos dijeron que iban a hacer obras y que le daban seis meses de vida al local; empezamos a buscar otra cosa y encontramos La Casa del Loco", añade. Ruidosis también ocupa actualmente uno de estos espacios, junto a grupos tan conocidos como El Último Ke Zierre.

La Casa del Loco tiene 19 locales, todos insonorizados, por los que cada inquilino paga, según sus dimensiones, entre los 150 y los 200 euros mensuales, aproximadamente. Nero permaneció allí dos años, hasta que hace ocho meses Nacho puso en marcha un proyecto de similares características en la parte trasera de una nave industrial de la Ciudad del Transporte, en la calle Alemania. El resultado se llama La Burbuja.

"La Burbuja tiene 500 metros cuadrados y los usé para hacer 20 locales de ensayo. Los de 16 m cuestan 154 euros mensuales, mientras que los que rondan los 20 m salen por 189 euros. Todos los locales están asegurados y tienen una insonorización mínima, de 50 decibelios", explica Nacho.

Ensayar en espacios de este tipo siempre ofrece la ventaja de estar rodeado de personas con las mismas aspiraciones. "Otra de las ventajas es que además de un espacio estás pagando un seguro, una toma de luz 24 horas... Son muchas cosas", añade Nacho. Y eso sí, por la ubicación de estas naves, los problemas con el vecindario parecen tener los días contados. Es posible que, si siguen creándose proyectos de este estilo, el potencial de formaciones musicales de Castellón ponga fin a su incesante y común devenir en busca del local perfecto.