Aestas horas Victoria Abril se encuentra recluida en algún lugar secreto del planeta Tierra (la actriz ni siquiera da una pista de si está en el hemisferio norte o en el sur) acompañada de sus hijos, sus mascotas, su gente más cercana y... ¡tachán!: sus músicos. Sí, lo han leído ustedes bien: sus músicos.

Aviso a todas las unidades: Victoria Abril se pasa a la canción. En octubre sacará un disco de bossanova, y estas vacaciones las piensa dedicar --al 50%-- a descansar con su familia y a templar la voz atendiendo a los cánones del estilo. Temblad, divas musicales del tres al cuarto; arrepentíos, vocacionales del escenario; llega un nuevo terremoto al mundo de la canción.

Al menos esto es lo que anunció hace un par de semanas, cuando pasó a toda pastilla por Madrid y Barcelona para promocionar su última película, Incautos. Decir que Victoria Abril pasa a toda pastilla resulta una reiteración, porque si hay algo que define la puesta en escena de su persona desde que se levanta hasta que se acuesta, es la velocidad. Victoria Abril mira rápido, piensa rápido, habla rápido.

Una conversación con ella en un taxi camino del aeropuerto, mientras se come una chapata pequeña compuesta por jamón y tomate, puede dar de sí más que muchas largas conversaciones a velocidad de caminante en esos momentos. Las chicas listas suelen evitar los rodeos. Victoria Abril va al grano, y así el periodista se ahorra la paja.

--¿A qué se debe este cambio de negocio?

--Descubrí el placer intenso de cantar en el rodaje de Sin noticias de Dios. Allí hacía de cantante de los años 50, de aquellas que tenían tanto glamour, y la experiencia me fascinó mucho. No sólo eso sino que además allí me di cuenta de que si quería, podía. En un par de semanas fuimos capaces de montar dos canciones que quedaron muy bien. Así que, algún tiempo después, hablando un día con el mismo productor, nos dijimos: "Oye, ¿y si nos hacemos un álbum y unos conciertos y todo eso?"

--¿Por qué ahora?

--Es el momento oportuno. Siento que ha llegado la hora de ser mi propia productora, artista, obrera, todo en uno. Porque eso es lo bueno de cantar: tú te lo guisas, tú te lo comes. Tú decides cómo, dónde, cuándo y con quién, autonomía total. Cantar es la mayor de las libertades absolutas. Ah, lo adoro.

--Hace muchos años, cuando empezaba, usted ya participó en un disco. ¿Podemos hablar de regreso?

--No, porque aquello no llegó ni siquiera a intento, fue sólo una experiencia más, aunque negativa. En realidad aquello fue el intento de una casa de discos. Intento que yo paré inmediatamente, incumpliendo incluso el contrato. No quiero ni acordarme. Éste va a ser de verdad mi primer disco.

--Si adora tanto cantar, ¿por qué no probó antes?

--Es que aquel intento fallido me dejó tan traumatizada, que en 20 años no me he atrevido a cantar ni en la ducha. Con lo que a mí me gusta...