Sin duda, el concierto barroco más esperado ha sido el de la Orquesta Barroca de Friburgo que despertó una gran expectación.

El caso no era para menos, pues tanto la Orquesta como el programa resultaban realmente atractivos: los Conciertos de Brandenburgo números 1 y 5, el Concierto en la menor (BWV 1044) para flauta, violín y clave, la Sinfonía de la Cantata Ich liebe den Höchsten y la Suite orquestal núm. 4 en Re mayor constituían un elenco de obras bachianas siempre gratas al oido.

Se abrió fuego con el Concierto n° 1 de Brandenburgo, destacando el conjunto armonioso y ese sonido y timbre tan peculiar que caracteriza a esta Orquesta, absolutamente barroco, con instrumentos de la época, virtuosos y auténticos profesionales en el conocimiento de la técnica y el estudio de la obra de Bach. Sorprendió la entrada de las trompas, de bellísimo sonido, que, inmediatamente, empastó con el resto de la orquesta, siempre brillante y sujeta, sin estridencias y con una atractiva normalidad y dominio en la interpretación. Características que presidieron la ejecución del programa.

Elogiable fue la intervención de los solistas en el concierto para flauta, violín y clave, toda una lección interpretativa del Barroco. Y otro tanto hay que decir de la cantata en su versión sinfónica, el número 5 de Brandenburgo y la Suite orquestal n° 4 en la que la fuerza de la costumbre nos hacía añorar la presencia de las trompetas. Sin olvidar, naturalmente, la destacada intervención del clave. Y no menos la del concertino, Gottfried von der Goltz, director indiscutible de este gran conjunto.