Un novillo de Sánchez y Sánchez, uno de Enrique Ponce, dos de Hermanos García Jiménez y uno de Garcigrande. Todos nobles aunque de deficiente presentación.

Pablo Hermoso de Mendoza: Dos orejas.

Enrique Ponce: Dos orejas y rabo.

El Cid: Dos orejas y rabo.

El Fandi: Dos orejas y rabo.

Miguel Ángel Perera: Dos orejas y rabo.

Lleno a rebosar en tarde agradable en el festejo de les Alqueries. El Cid sustituyó al anunciado José María Manzanares, convaleciente de una enfermedad.

Les Alqueries se convirtió ayer en la capital del mundo taurino. Las máximas figuras del toreo actual se dieron cita en la plaza portátil del municipio, instalada a tal efecto, para protagonizar una tarde en la que la cantidad de trofeos obtenidos dan una buena muestra de que el público, que abarrotó la plaza, se lo pasó de lo lindo.

Y si bien la calidad artística de lo realizado en el ruedo estuvo por debajo de lo que parece indicar el resultado numérico, el objetivo principal es que el espectador se divierta, y eso se cumplió con creces. Sin embargo, quedaron aspectos que debieran mejorarse, como la deficiente presentación del ganado.

En una plaza llena con expectativas de fiesta, y rostros conocidos como el del promotor, Manolo Molés, o el diestro Adolfo Suárez, entre otros, abrió festejo el rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza, quien firmó elegantes quiebros a lomos de Chenel, dejándose llegar mucho al novillo, que marcaba distancias. Con Fusilero, un tordo en fase blanca ágil y fuerte, ejecutó piruetas en la cara del toro, y acabó de exprimir las posibilidades de su oponente a lomos del caballo Pirata.

Enrique Ponce se enfrentó a un novillo de su propia ganadería, al que recibió con verónicas acompasadas en el tercio. Comenzó el trasteo del animal con doblones por bajo para sacárselo a los medios y dar paso a una faena en la que nunca molestó en exceso al animal, destacando en una serie de redondos rematadas con un cambio de manos.

El sevillano Manuel Jesús, El Cid , vio pronto cómo su novillo adolecía de poca fuerza, por lo que, ya desde las verónicas de saludo, planteó una labor a media altura. La actuación del diestro de Salteras estuvo marcada por la merma física del novillo, y aún así, el torero cuajó una tanda de derechazos desmayados, seguida por otra serie de naturales lentos, componiendo la figura, antes de pasar al toreo de corte más efectista, cuando el toro ya no dio más de sí.

David Fandila, El Fandi, una vez más se metió al público en el bolsillo con sus pares de banderillas. Hasta cuatro clavó, destacando un par de la moviola y un violín seguido de las consabidas carreritas en la cara del toro. Con la muleta, su labor anduvo un tanto fría hasta que llegaron los desplantes finales.

El animal de peor condición fue a parar a manos de Miguel Ángel Perera, que vio como el novillo no se entregó en la muleta. A pesar de ello, el torero redondeó una meritoria actuación, quizás la de más enjundia de la tarde, protagonizando dos buenas series por el pitón izquierdo y haciendo alarde de una técnica bien aprendida en las tandas por el lado diestro.