El joven compositor estadounidense Nico Muhly (Vermont, 1981) ha querido demostrar que la ópera no es un género del barroco o la edad romántica sino que, con imaginación, puede adaptarse perfectamente incluso al mundo de internet. "Two Boys" (Dos Muchachos) se titula la coproducción de la English National Opera, de Londres, y la Metropolitan Opera de Nueva York, que se ha entrenado en la capital británica, donde puede verse hasta el 8 de julio. Después de "Anne Nicole", de Mark Anthony Turnage, en torno a la trágica historia real de una camarera y pechugona modelo de Playboy que se casó con un petrolero multimillonario sesenta y dos años mayor que ella, ahora tenemos como tema el mundo virtual de los adolescentes pegados a sus ordenadores. Es una historia en la que un muchacho asume una serie de identidades para solicitar amor, sexo e incluso instigar a otro a asesinarle. Al igual que "Anne Nicole" está también inspirada en un hecho real sucedido en el norte de Inglaterra en 2003 y tiene como protagonistas a unos adolescentes y a una mujer detective, encarnada por Susan Bickley. Es un mundo de fantasía el que se nos describe, un mundo totalmente virtual en el que, bajo el amparo del anonimato, todo, desde la pornografía hasta el crimen, se vuelve de pronto posible y que tanto le cuesta entender al principio a la inspectora de la policía, acostumbrada como está todavía al mundo analógico. El compositor no es ni mucho menos un enemigo de internet y así, en una entrevista publicada en el programa, señala, sin embargo, las ventajas que puede proporcionar la intimidad de las redes sociales como la muchas veces criticada Facebook. Ventajas como, dice, poder mantenerse en contacto con su familia conservadora y religiosa en West Virginia de una forma que no podría de otro modo, "convirtiendo en algo normal para ellos las minucias de mi vida de homosexual urbano". Desde el punto de vista musical, Muhly, que se confiesa admirador de Benjamin Britten, sobre todo de obras como "Muerte en Venecia" o "Peter Grimes", es también deudor del minimalismo de su compatriota Philip Glass, pero también de la música aleatoria de Stockhausen.