El mejor tercio de varas de la tarde lo protagonizó el tercer toro del festejo. Quizá haya sido el tercio en el que con más verdad y bravura se haya entregado un toro a lo largo de estos tres duelos en el triangular de legendarias ganaderías. Fue un toro de Miura de bonita lámina. Castaño de pelaje, de astifina y blanca encornadura. El más fino de hechuras de todos los miuras que han pasado por esta feria. Se arrancó con verdad al caballo que montaba el veterano Manuel Montiel, que aunque marró en alguna ocasión, se agarró bien después. Se llevó Montiel el premio al picador de la tarde.

Hasta tres puyazos tomó el toro. Paco Ramos lo fue colocando con eficacia y estilos muy camperos, cada vez más lejos. Parado el toro, se fijaba en la cabalgadura de Montiel que cuando lo citaba, se arrancaba con alegría. Y al galope desde parado, condición que muestra la bravura del toro y su entrega sin dudar ni un solo momento. Este sí fue un emotivo tercio de varas gracias, por fin, a un toro que se arrancó con verdad al caballo.

Y sin embargo, en la muleta fue todo un embustero. Al no ser completo en los tres tercios, no se llevó el premio de la tarde al mejor toro.

Como tampoco se lo llevó el quinto, que fue todo un dechado de bravura y casta aunque realizó una tímida pelea en varas. Ya desde su salida, queriéndose comer los capotes por abajo, enseñó su condición de bravo.

Pero varios amagos huyendo del castigo, su poca fiereza a la hora de empujar en el peto por abajo y su falta de fijeza, deslucieron su actuación en el tercio de varas. No cumplió en esta suerte, que se considera trascendental para mesurar la bravura, sin embargo, fue todo un huracán de casta en la faena de muleta.

Embistió por abajo, con recorrido, emotividad y profundidad. Tuvo transmisión todo lo que hizo el toro. Cuando se sintió algo podido ya al final de faena, requirió que su matador, Luis Bolívar, tirara más de él, pero aún así respondió.

El premio al mejor toro de la tarde recayó en el que abrió plaza, un toro de Miura muy manejable, tanto o más como el que abrió plaza el domingo. Un premio que reconocía su labor completa de principio a fin. Embistió bien al capote de José Luis Moreno. Tomó tres puyazos en varas, arrancándose con prontitud aunque no siempre empujó con detalle. Lo castigaron fuertemente en un puyazo eterno que le hizo sangrar hasta la pezuña. En la muleta el toro embistió con ligazón y ritmo, y aunque no humilló por completo, tuvo movilidad. Toro que se fue templando a medida que avanzaba la faena y que dejó a su matador torear por momentos a gusto.