Ameno, irónico y provocador, Boris Izaguirre, escritor y comunicador por excelencia, hizo reír con alguna de sus ocurrencias a los castellonenses, que ayer se reunieron con él en el Teatro Principal de la capital de la Plana para asistir a la presentación de su novela Dos monstruos juntos, durante el acto que la Fundación Caja Castellón había organizado en dicho coliseo, enmarcado en el ciclo De razones y hombres. Boris también hizo reflexionar al público porque el libro indaga en los peligros de la corrupción, tan frecuente en épocas de “debacle financiera” como la actual.

Previamente, Izaguirre se reunió con los medios de comunicación, donde señaló que Dos monstruos juntos “es la novela que más viajes me ha proporcionado y donde sus personajes se confunden con la actualidad”. Son Alfredo y Patricia, él, un chef famoso en Nueva York que junto a su pareja van a Londres en el inicio de la crisis económica, allí ascienden en la sociedad, se hacen famosos y la maquiavélica Patricia le ayuda a crecer, aunque no siempre con métodos éticos.

“Lo que he escrito como ficción se hace realidad. Eso es lo que me ha impactado. Esperaba que no pasase. Soy un ingenuo”, matiza.

“Creo que la crisis es como una guerra; sabemos cuándo empieza, pero nunca cuándo termina. Tenemos una cierta nostalgia y vivimos resignados. También ha pasado en Latinoamérica. Yo sé de la crisis, la he pasado toda la vida; es el germen de la novela”.

Para Izaguirre, su última obra “es una novela arriesgada que solo podía haber escrito con la edad, con mi experiencia. Lo que me asusta es que antes, los culpables eran castigados y ahora son recompensados”. Y es que, añade el escritor, “el escándalo pasa a convertirse en virtud y la virtud en escándalo”.

El comunicador, que se identifica con “ese hombre delante del ordenador” donde “me gusta más crear personajes que escribir”, cree que “los villanos son los nuevos héroes” y que se mueven en todos los estratos sociales. “Sobre todo en los más altos. No llegas muy alto si no haces trampas y estas son muy premiadas. El privilegio tiene un precio muy alto y unas exigencias terribles”. H