Media hora antes de empezar la función, se baja el telón. Todo el escenario está marcado por puntos fluorescentes que indican a los actores dónde colocarse. Hay tensión en los rostros mientras se escuchan los susurros de 400 personas sentadas al otro lado del escenario. “Es como el abismo”. Así lo describe Lidón.

Además de ser una amante de la interpretación, Lidón ejerce como actriz desde hace 18 años. Cuando conoció a Tino, su director de teatro actual, no dudó en subirse al tren de su proyecto. Como todas las actrices, tiene sueños y metas, pero su mayor aspiración es que los espectadores olviden su silla de ruedas. Lidón padece espina bífida, una lesión en la médula espinal que no le permite caminar. Otras 25 personas de entre 18 y 60 años sufren otras discapacidades físicas como parálisis cerebral, distrofia muscular o ataxia. Pero nada les impide participar en el grupo de teatro de Maset de Frater, organización de promoción cultural e integración sin ánimo de lucro de Castellón. Con la ayuda de voluntarios y profesionales, forman un equipo con una pasión común: interpretar.

El objetivo de la asociación es dar las herramientas necesarias para que los miembros de la organización sean autónomos, activos y autosuficientes. Entre los proyectos, el teatro. Tino Pons, el director, dice: “Nosotros no hacemos teatro para discapacitados, sino teatro con mayúscula”.

Este arte al servicio de la integración goza de particularidades respecto a cualquier otro tipo de teatro. El actor, además de intérprete, es solidario en el escenario y compañero. En los cambios de escena aprovechan los oscuros para hacerlos desaparecer.

La interacción con el público también forma parte de su teatro impresionista. Y otra particularidad, la ausencia de texto en sus guiones. “La mayoría de actores no podían utilizar la palabra, entonces apostamos por el teatro gestual. Creemos en la fuerza del gesto, la mirada y el movimiento”, dijo Pons. El martes, a las 20.00 h. representarán la obra Pueblo en el Paranimf de la UJI. H