La fórmula es todo un éxito en todas las ferias de España. Tanto que hasta Madrid, la plaza más importante del mundo, la meca donde se venera la ortodoxia del toreo, ha contado con este cartel acuñado como el de mediáticos. Paquirri y El Cordobés llenan. No porque interpreten el toreo que más entusiasmo al aficionado puro, sino más bien por otros menesteres ajenos a la fiesta. Sus apariciones en la pequeña pantalla y en la prensa del corazón, son el gancho fuerte de este tipo de toreros, que atraen a la plaza a un porcentaje notable del gran público, sobre todo femenino.

Parece ser que a Vinaròs le han encontrado el punto exacto, y puede convertirse en lo que fue en unos años la Marbella taurina. El público de Vinarós acudió al reclamo del cartel y si hoy en día, uno de los hándicaps de la fiesta es la poca gente que va a los toros, lo de esta plaza fue todo un éxito.

De Paquirri y El Cordobés no nos va a sorprender nada, pero sí lo consiguió Alejandro Enríquez, el que nadie conocía, el tapado al abrigo de dos toreros de ferias. Demostró que quiere hacer el toreo clásico, compone muy bien la figura y pese a estar muy nuevo -tomó el año pasado la alternativa-, atesora maneras de torero solvente y con oficio. Cortó un oreja de cada uno de sus oponentes, pero sobre todo, destacó ante el ejemplar que cerraba plaza, un buen toro de Marca que permitió al granadino gustarse sobre ambas manos.

Abrió plaza Manuel Díaz, El Cordobés. Antes de cumplir con su papel, satisfizo a los puristas con su templado toreo. Dejó buenas series sobre todo por el pitón derecho. Pero la gente quería ver al Cordobés entusiasta, así que se fue al sol y allí dio su recital de toreo populista. Así es El Cordobés, esa es su personalidad a la que nunca va a traicionar porque ese es el camino a través del cual se ha convertido en lo que es. Porfió con su segundo astado, más sosote y venido a menos.

Un apéndice paseó Rivera Ordóñez, Paquirri, de cada astado de su lote. Estuvo muy completo en los tres tercios ya que sin apenas pedírselo el público, cogió los palitroques en ambos toros. Banderilleó con solvencia. Del tercer par de su segundo salió trastabillado sin consecuencias. Toreó con esa facilidad que le caracteriza, destacando sobre todo en el quinto de la tarde, con el que toreó con más pausa y recreándose más. Importante fue la actitud del torero en todo momento, siempre queriendo agradar. H