ARaúl Martín Burgos le ha sentado bien abrir la Puerta Grande de Las Ventas. Se le nota ese punto de madurez artística y técnica que está demostrando durante esta temporada. El rejoneador deslumbró hace días a la afición de Madrid, algo muy difícil de conseguir, que le ha dado crédito a su carrera y le está sirviendo para sumar festejos. Buen acierto el de la empresa al contar con este joven pero muy maduro rejoneador, uno de los jinetes emergentes del momento.

Estuvo durante toda la tarde muy por encima de un lote de Marcelino Acosta, que pese a ser manejable, no se lo puso fácil al torero viniéndose muy pronto abajo. El rejoneador posee aires camperos, domina la equitación de una manera solvente y eficaz, contando para ello con una cuadra preparada y muy torera.

Burgos fue el que realizó el toreo más puro y ortodoxo de toda la tarde. Bien es cierto que algunas concesiones a la galería ayudaron a calentar la tarde. Aunque esto no es muy criticable, porque es lo que demanda el público que va a ver este tipo de espectáculos. Le cortó una oreja a su primero, tras una faena templada.

EL SEGUNDO, EL MEJOR // Lo mejor llegó en su segundo, al que desorejó por partida doble. Templó con las cabalgaduras clavando siempre al estribo y de frente. Se dejó tocar la grupa del caballo y destacó sobre todo en un tercio de banderillas que se vivió con gran intensidad por parte del público. Un efectivo rejón de muerte le sirvió para cortar las dos orejas y salir triunfador a hombros.

El resto del festejo se desarrolló en tono menor. Miguel Ángel Martín acusó su falta de oficio, y no llegó a redondear sus dos actuaciones. La rejoneadora francesa, afincada en la sevillana finca de los hermanos Peralta, Lea Vicens puso voluntad y empeño en dos labores que conectaron con el público. El mal uso del rejón de muerte le dejó sin premio. H