Hubo de todo en la última corrida de a pie de la Feria de Julio de Valencia. Emoción, enfado, cogidas, bravura, mansedumbre... También faltaron cosas, como por ejemplo quites, pues en tardes de mano a mano, se tiene que poner en escena la rivalidad.

La tarde fue para Talavante, de principio a fin. Su éxito fue el éxito de la ganadería que escogió, Victoriano del Río, que lidió tres toros con posibilidades. Bien el extremeño, pletórico durante todo el festejo. Ambicioso, centrado en todo momento y muy firme, adaptándose a las circunstancias de cada toro. Muy capaz con tres lidias distintas. Su primero fue un toro encastado, que no quería dudas y pedía firmeza. Bien el torero, siempre por abajo, con la muleta mandona. El comienzo por alto, sin enmendarse y vertical, enloqueció a una plaza muy metida con Alejandro durante toda la tarde. Una oreja de peso para el extremeño.

Mansurrón su segundo, con el que estuvo siempre por encima. No pasó nada. Y llegó el sexto, manejable, de buena condición, con el que Talavante mostró sus mejores cartas y sobre todo, esa izquierda larga y prodigiosa que tanto añora el aficionado. Faena compacta, de bella estructura.

Tras un pase de pecho infinito, con empaque y torería, tropezó con los cuartos traseros del toro quedando a merced del animal, que le presionó el pecho contra el suelo. Salió mermado del encuentro aunque cogió la espada y acabó con su contrincante. Cayó otra oreja y salió a hombros. Importante dimensión la del extremeño que, sin duda, ha marcado distancias en esta Feria de Julio.

SUSPENSO // Suspendieron los tres toros de Juan Pedro Domecq, descastados, sin fondo ni bravura, carentes de movilidad. Fiasco de lote. Cuando nadie daba un duro por el quinto, rajado y manso, Morante comenzó a meterse con él hasta que terminó enfadándose y enjaretándole muletazos que enloquecieron literalmente a la plaza. Surgió su mejor toreo arrimado a tablas, donde pedía el toro. Belleza en el trazo, la sutil elegancia, la torería innata. Y todo con el aliciente de hacérselo a un toro manso, al que acabó toreando en toriles. Lo mató bien y dio una vuelta al ruedo clamorosa. Volvió a caer de pie Morante en Valencia. H