El gran triunfo de la tarde de ayer en Vinaròs fue ver de nuevo la plaza llena. Un ambiente de categoría, como en los mejores tiempos. Público con ganas de toros y de disfrutar de una tarde taurina con una temperatura agradable a orillas del Mediterráneo. Ese fue el triunfo de Vinaròs: haber recuperado una plaza, una fecha como la de San Juan y la ilusión de una afición a la que hay que cuidar y, además, respetar.

Fallaron los toros de Los Ronceles. Y eso que la presentación fue impecable, un punto por encima de lo que es habitual en esta plaza, y eso se agradece. Pero se desinflaron después y llegaron muy aplomados. Hoy en día se diría que a contraestilo, ya que toreros como Padilla o Fandi necesitan un toro con movilidad, que fue precisamente lo que no tuvieron los de Los Ronceles.

El mejor toro de la tarde fue el tercero, el toro de la presentación de Varea en España como matador. De nombre Flamenquillo, nº 41, para los amantes de los datos. Varea lo recibió con un saludo capotero de mucha enjundia, meciendo con compás el capote. Personalidad y gusto en las medias verónicas. Luego, toreó sobre ambas manos muy bien, con aplomo. Se vio al Varea de las mejores tardes, disfrutando de la faena y de la nobleza del animal. Lástima la espada. Cayó baja al primer encuentro antes de dejar una estocada. Y fue premiado con la oreja por culpa de los aceros.

EL SEGUNDO DE LA TARDE // Su segundo y último de la tarde no acabó de humillar ni entregarse, pero Varea se mostró muy afanoso y con ganas de no quedarse atrás una vez más en una plaza tan significativa para él. Sus paisanos estuvieron muy entregados con el de Almassora, que esta vez sí dejó una buena estocada. Oreja y puerta grande asegurada.

El otro triunfador de la tarde fue Juan José Padilla, que sacó todos sus recursos para acabar imponiéndose a su lote. El torero de Jerez tiene carisma en esta plaza y se nota el calor con el que la afición le arropa. Buena resultó su labor al cuarto de la tarde, que tuvo calidad pero falto de raza. Gran tercio de banderillas del jerezano, que luego en la muleta sacó arrestos. Vibrante actuación, de entrega. Incluso fue volteado sin consecuencias. Padilla fue un ciclón de amor propio. Mató de metisaca y estoconazo. Oreja.

Ninguna opción tuvo con el que abrió plaza, que se agarró al piso enseguida. Pero su veteranía y recursos le valieron para acabar cortando una oreja. A este le recetó una estocada hasta la bola.

También resultó muy parado el segundo, con el que poco pudo hacer El Fandi. Disposición y voluntad que no tuvieron recompensa. Se pudo desquitar con el quinto, con el que ofreció un tercio de banderillas importante que puso al público en pie. Se dejó el toro y el granadino firmó momentos estimables con la pañosa. Cuando parecía que tenía amarrado el premio, la espada le jugó una mala pasada.

Al final, en volandas se llevó la afición castellonense a Varea y Juan José Padilla, dos toreros que han conquistado el corazón de esta plaza que vive una buena salud taurina, a la espera de que en agosto vuelva a repetirse la proeza de llenar la plaza. H