Lloré viendo torear a Varea y embestir a Jardinero. Creo que es una de las mejores faenas que he visto en mi vida». Son las palabras sentidas y sinceras de un todavía emocionado José Luis Marcuello, ganadero de Los Maños, divisa que este domingo volvió a firmar una nuevo capítulo de oro en las páginas de su historia junto al torero de Almassora. Dice el ganadero, nada dado a los elogios, que lo ocurrido en la plaza de toros turolense de Albalate del Arzobispo el domingo quedará guardado en su memoria para siempre.

Fue un festival, alejado del clamor de las grandes ferias y carente de la repercusión que las mismas suscitan. Seguramente, la faena de Varea no cambie el sino de su carrera, pero sí enriquecerá su espíritu de artista y le dará mucho aliento y esperanza mientras la recuerde en las tertulias de chimenea del largo y duro invierno, esperando que los empresarios se den cuenta que su toreo está tocado con la varita.

El encuentro de Varea y Jardinero fue toda una explosión de arte y bravura. El de Almassora toreó desde el principio abandonado y ensimismado, con el alma desnuda y el sentimiento a flor de piel. Todo surgió inspirado e improvisado. Variedad y fantasía. Toreo de cante grande. Embistió el santacoloma de Los Maños a la mexicana, casi andandito y bajado de revoluciones. Y todavía le bajó velocidad Varea, que paró los relojes, afloró su toreo barroco y aflamencado construyendo la que, sin duda alguna, es ya una de las mejores faenas de su carrera.

Varea, que hasta en las tardes gloriosas siempre ha tenido palabras de autocrítica, asegura que lo realizado se asemeja mucho a la faena soñada. «No tengo palabras para expresar lo que sentí. Al igual que me ocurrió con Quejoso --se refiere al novillo de Los Maños indultado en 2014 en Zaragoza que disparó su carrera de novillero-- todo fluyó muy de dentro. Disfruté mucho», explica con pausa el torero de Almassora.

Varea cortó los máximos trofeos: las dos orejas y el rabo. A Jardinero, para el que hubo petición de indulto, le dieron la vuelta al ruedo. «Me lo hubiese llevado a casa como semental. Viene de una reata magnífica y habría sido un excelente raceador. Ya en el campo y en los corrales cantaba su condición de bravo y no engañó», argumenta el ganadero, al que todavía le quedan dos citas claves: una novillada en València y otra en Zaragoza, donde además El Juli lidiará un toro de este hierro en su encerrona.

INJUSTICIA / Su toreo de culto, de enorme personalidad y desbordante de arte, está sufriendo la injusticia de quedarse relegado a un segundo plano. Sus triunfos en Castellón y València con toros de Victorino y Cuadri --el arte no entiende de encastes-- de poco le han valido. Quizá no sea su hora. Paciencia. Mientras tardes como las de Albalate sigan llenando su espíritu y no desista, la Fiesta aún tendrá la oportunidad de poner en valor a todo un genio en potencia. Tiempo.