La presencia de John Carpenter en el festival de Sitges para interpretar en directo los temas principales de sus películas nos recuerda que, a pesar de ser casos esporádicos, son notables aquellos en los que el director y el compositor musical de un filme son la misma persona. Podemos encontrar actores que dirigen o directores que interpretan, y hay muchos guionistas que han pasado a la realización. Algunos cineastas se encargan también de la fotografía, pero que sean además los autores de las bandas sonoras es tan anómalo como meritorio.

Porque la música escrita por Carpenter para sus filmes define tanto su estilo en el cine de terror como su manejo de la cámara o temas escogidos. Lo mismo podría decirse de Clint Eastwood, Jim Jarmusch o David Lynch, otros directores con un universo visual y temático bien definido al que han aportado una personalidad musical reconocible.

El caso más evidente es el de 'Asalto en la comisaría del distrito 13' y 'La noche de Halloween', partituras sencillas, ejecutadas con un sintetizador. Carpenter no es precisamente un estilista, pero de la precariedad de medios inicial -quería grabar la música de 'La noche de Halloween' con una orquesta pero no tuvo dinero para hacerlo y debió contentarse con un sintetizador analógico-, hizo un estilo sonoro sin parangón en el género, pasando después a arreglos más rock y blues en títulos como 'Vampiros'.

También del recorte presupuestario emergió el Clint Eastwood compositor. ¿Qué sería de algunas de sus películas sin esos momentos en los que todo el espacio sonoro está compuesto por unas notas delicadas, ingrávidas, de piano? Ya había compuesto algún tema de títulos como 'Sin perdón', pero fue a partir de 'Mystic river' que asumió la escritura de todo el 'score'. Para realizar el filme, Warner le pidió reducir el presupuesto general y Eastwood tuvo que dejar de contar con su compositor habitual, Lennie Niehaus, y asumir él en solitario, a coste cero, la música de la película.

Aunque su forma de entender el fantástico no tiene nada que ver con la de Carpenter, David Lynch es otro buen ejemplo de cineasta-compositor en el género. Para él, los ruidos orgánicos y eléctricos que elaboró junto al ingeniero de sonido Alan Splet para 'Cabeza borradora' constituían por si mismos una banda sonora musical, y de hecho llegó a editarse un disco con esos sonidos, aunque solo se atrevió a hacerlo un sello discográfico dedicado al punk, I.R.S. Cuando empezó a trabajar con Angelo Badalamenti ('Terciopelo azul', 'Twin Peaks'), Lynch se adaptó a la banda sonora más tradicional, pero después empezaría a escribir él mismo los pasajes incidentales y las canciones de sus películas.

DISCOS EN SOLITARIO

Lynch, además, ha grabado discos en solitario o en colaboración en los que indaga en una mezcla de pop y electrónica muy particular o, como demuestra su primer trabajo, 'Blue Bob', de 2001, en una especie de blues industrial. Lo mismo vienen haciendo desde hace años Carpenter ('Lost themes' y 'Lost themes II') y Jim Jarmusch con su banda Sqürl. Pero el caso del director de Paterson es distinto, ya que primero fue músico, tocando los teclados en The Del-Byzanteens. Aparcó la música para concentrarse en la realización de películas, pero desde 'Los límites del control', en 2009, ha vuelto a encargarse de componer las bandas sonoras minimalistas de sus filmes. Toca además en directo. En 2013 actuó en el Primavera Sound de Barcelona el día antes de irse a Cannes a presentar su película de vampiros, 'Solo los amantes sobreviven', que después estuvo en Sitges.

Eastwood ha compuesto en una ocasión la música de un filme de otro director, 'La vida sin Grace'. También lo ha hecho Alejandro Amenábar, responsable de la banda sonora de sus filmes 'Tesis', 'Abre los ojos' y 'Los otros', pero también de la de la película de José Luis Cuerda 'La lengua de las mariposas'. Hay más casos interesantes de directores-músicos: Mike Figgis, Emir Kusturica, Hal Hartley, Chris Marker o Quentin Dupieux. Pero el primero emergió ya en el cine mudo. El cine tragicómico de Charles Chaplin tampoco se entendería sin las partituras orquestales escritas por el propio Charlot.