Vivimos saturados, sobrexcitados. Son demasiados los estímulos que recibimos en esta era global. Nos sentimos abrumados, incluso perdidos ante la cantidad de impactos de toda índole que se producen a diario. No es de extrañar que ya no sepamos discernir lo efectista de lo natural, o que nos aburra sobremanera ese despliegue artificioso de lo mercantilista. Del mismo modo, en esta era que parece regirse por lo efímero y la necesidad de alcanzar el éxito de forma precoz, si uno no responde a las expectativas generadas está condenado a la decepción más absoluta y, por ende, al olvido. Sí, así es. En estos tiempos, si no llamas la atención, si no explotas tu imagen al máximo, no eres nadie a ojos de una multitud que está cegada por la falsa promesa de la fama. Está ocurriendo en muchos ámbitos, incluso en el editorial, donde la ingente cantidad de novedades que aparecen nos impide, ya no sólo diferenciar, sino disfrutar de un buen libro, un libro escrito de forma honesta, inteligente, que rezume un verdadero amor por la literatura, por la palabra. Ante toda esa neblina, se agradece enormemente la frescura y sencillez de ciertos libros y autores que llegan sin todos esos aspavientos, y que son sinceros. Un ejemplo de ellos es Los desperfectos (Hurtado y Ortega), de Irene Pujadas, libro publicado originalmente en catalán por L’Altra Editorial. Se trata de un conjunto de cuentos o narraciones breves —21 en total— en los que descubro a una autora ingeniosa y aguda, que posee una gran imaginación y que sabe cómo contar una historia. Sorpresa mayúscula la de encontrarme con una escritora joven y enérgica, un tanto desvergonzada también, que siente pasión —porque eso se nota en la lectura—. Decir esto puede parecer una perogrullada pero, como señalaba antes, no es fácil, hallar entre tanta paja una escritura personal y sincera.

Pujadas sumerge al lector en situaciones delirantes de vidas cotidianas, en historias surrealistas y en pequeños fracasos... Y lo hace sirviéndose de un humor que va del absurdo al negro, con unos protagonistas un tanto excéntricos, demostrando gran expresividad narrativa. Así, puede decirse que estos veintiún cuentos son ocurrentes, plagados de un lenguaje muy vivo, lo que demuestra el dominio de la autora —el mismo que demuestra la traductora del texto, Inga Pellisa— y su interés por cuestionarse muchas de esas preguntas que nos atañen a todos, aquellas relacionadas con la vida misma, ya sea el amor o la muerte, la extravagancia, la diversidad... Por si todo eso fuera poco, Pujadas se atreve, sutilmente, y de la mano nuevamente de la fina ironía, a realizar una crítica sobre el turismo, las personas metomentodo e, incluso, la fe.

Insisto, una lectura que me ha dibujado más de una sonrisa en el rostro, en la que intuyo a una autora más que prometedora, con una escritura potente en cuanto a esa demostración un tanto irreverente del lenguaje. Los desperfectos viene a decirnos que nada es perfecto y que todos, de un modo u otro, tenemos que convivir con nuestras taras emocionales; si es con un poco de humor, mejor.

'Los desperfectos', de Irene Pujadas.