Cuestionarlo todo, incluso a uno mismo. ¿Para qué, o por qué motivo? La respuesta, leyendo a Michel Onfray reflexionando sobre Friedrich Nietzsche, sería o podría ser para que algo se nos revele, para alcanzar una voluntad de sabiduría, para dotar de cierto sentido a nuestras vidas. Por eso leo, aunque quizá no tanto como leyó el poeta y filósofo alemán, figura que sigue vigente en las ideas y el pensamiento actual, alguien que buscaba, como dice Onfray en Las avalanchas de Sils Maria. Geología de Friedrich Nietzsche (Fragmenta), «una aspiración al ser con vistas a colmar la nada, una sed moral». No puedo dejar de aproximarme al espíritu nietzscheano. No sabría explicar muy bien la razón de esa «necesidad» o «impulso», si bien no erraría al afirmar que muchos de los conceptos que planteó en sus obras han marcado profusamente mis ideas, mi modo de ver y entender la propia vida. Algo así, salvando las distancias obviamente, le ocurre a Onfray, gran conocedor del alemán, como lo demuestra en esta obra, traducida del francés por Rubén Martín Giráldez, en la que sigue los pasos de Nietzsche por Sils Maria, ese enclave suizo donde pasó varias temporadas y donde surgió la idea del eterno retorno.

Dividido en tres partes, estamos ante un libro que es mitad ensayo, mitad conferencia, en el que Onfray narra su propio viaje físico a Sils Maria para intentar sumergirse de pleno en la atmósfera que procuró esa especie de «epifanía pagana» de Nietzsche, además de abordar por entero las afirmaciones que conformaron el pensamiento nietzscheano: Dios no existe; la voluntad de poder lo es todo; el libre albedrío no existe; el eterno retorno dicta la ley y el amor fati crea al superhombre. Así, uno vuelve a reflexionar sobre estas cuestiones que, como bien remarca Onfray en la segunda parte de la obra, han sido manipuladas y distorsionadas por muchos, provocando que durante quizá demasiado tiempo se haya tenido una idea equivocada, o más bien sesgada, del propio pensador alemán. En este sentido, es admirable esa defensa que lleva a cabo Onfray, como admirable resulta su valentía a la hora de «desmontar» argumentos de ilustres como Gilles Deleuze o Georg Lukács, o cuando «acusa» a la hermana de Nietzsche de servirse de su obra y celebridad para acercar posturas con el partido nazi, siendo como fue ella una nacionalista alemana a ultranza y antisemita, provocando una grave adulteración del pensamiento real del autor de Así habló ZaratustraEcce homo o La gaya ciencia.

Onfray resuelve magistralmente, para mí, ese fraude intencionado y al servicio de otras ideas y de otros ideales, para con Nietzsche, y lo hace remarcando que cada uno de los insultos recibidos por los distintos bandos que quisieron apropiarse del pensamiento nietzscheano se caen por su propio peso cuando se comprende, dice el filósofo francés, «que Nietzsche se instaló en el terreno de la ontología y no en el de la metafísica». Y es que Nietzsche, remarca Onfray, «está en el epicentro de la realidad: más allá del bien y del mal, más allá de lo justo y lo injusto, más allá de lo bueno y de lo malo, más allá de pareceres y juicios». Excelente lectura, inspiradora y clarificadora. 

'Las avalanchas de Sils Maria', de Michel Onfray.