Los hallazgos de una investigación belga arrojaran luz sobre uno de los secretos que la obra 'Adoración del Cordero Místico' guarda desde hace siglos: la contribución de los hermanos pintores Hubert y Jan van Eyck en la elaboración de uno de los retablos más insignes de la escuela flamenca.

Gracias a modernas tecnologías, los investigadores confirmaron la participación directa del mayor de los Eyck, lograron relacionar directamente partes de la obra con la brocha de cada uno de los hermanos e incluso fueron capaces de dibujar cronológicamente cómo se fue componiendo parte del cuadro.

“Nosotros lo vemos como una interacción entre dos fases (entre el trabajo de Hubert y Jan van Eyck). Es muy importante porque Jan van Eyck significó una revolución completa en el arte de la pintura en Europa. Tuvo una enorme influencia en el desarrollo de las artes visuales aquí en Bélgica, los Países Bajos, pero también en otras partes del continente por lo que es un tema fundamental para el arte, la historia y la cultura visual”, explicó a Efe la jefa del equipo de restauradores, Hélène Dubois.

El descubrimiento fue revelado durante la restauración de 'El Cordero Místico', pieza central de la obra, que fue capitaneada por la Universidad de Amberes y el Instituto Real de Patrimonio Artístico de Bélgica, el mismo que llevó a cabo la restauración del óleo del animal que causó furor en las redes sociales el pasado año al representarse el ovino con los ojos mucho más juntos, más definidos y con cierto aspecto humano.

Pero el ambiente esta vez en la catedral de San Bavón en Gante, donde se exhibe la obra, no era el de la mofa o el de recordar algo que fugazmente fue viral, sino de expectación al desentrañarse uno de los misterios que más ha rodeado a la archiconocida obra gracias a la rehabilitación que comenzó en 2012 y continuará con la parte superior del retablo que durará hasta 2024.

Durante esta, la obra ha precisado exámenes de rayos X y ha sido necesario levantar con escalpelos y diminutos pinceles las capas de aceite hasta llegar a la pintura original que se había cubierto hacia el año 1500. Gracias a ello, los investigadores pudieron indagar de forma más profunda en el enigma de la autoría y a qué nivel participó cada uno de los artistas.

El cielo, el paisaje y un prado

Cualquier duda de la contribución de Hubert van Eyck fue disipada, ya que algunas hipótesis apuntaban desde hace años que él se limitó tan solo a plantear y diseñar cómo sería la pintura. Por lo que se conoce hasta ahora, creó de su propia mano y pincel alguna de las partes del fresco.

Concretamente, pintó el cielo, paisaje con edificios y un prado, señaló Dubois quien asegura que siguen trabajando para esclarecer hasta qué punto participó el mayor de los van Eyck en la elaboración del retablo.

Tras su muerte en 1426 (la obra vio la luz en 1432), el relevo lo tomó Jan. “Añadió un montón de elementos en el cuadro por todas partes, sobre todo volvió a pintar todo el prado con las flores y la vegetación. Agregó mucha vegetación en el paisaje y edificios en el horizonte. Y también pintó la fuente, que simboliza vida, muy grande, cubriendo la que fue pintada por Hubert”, explicó la restauradora.

Los siglos de pintura y aceites que fueron retirados tras varias restauraciones a lo largo de los años revelaron además una tercera fase en la que ya no participaría Jan van Eyck y en la que se practicaron varios ajustes.

Los últimos hallazgos abren puertas hasta ahora recónditas para continuar avanzando en el estudio de la génesis de la escuela flamenca, e incluso de la obra y vida de Hubert van Eyck, de quien se tiene escasas obras atribuidas y se cree que podría haber sigo una de las mayores influencias de su hermano menor.