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LITERATURA

Domingo Villar: «Estos cuentos llevan buena parte de mi sustancia íntima»

El autor gallego publica 'Algunos cuentos completos' (Siruela), un libro muy personal que presentó en la Feria del Libro de València

Domingo Villar sorprende con la publicación de una serie de cuentos, alejándose del terreno de la novela negra.

Domingo Villar inauguró con Ojos de agua la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. Desde ese momento, es uno de los referentes de la novela negra nacional, si bien, antes de escribir novelas, su universo creativo residía en los cuentos. Ahora publica Algunos cuentos completos (Siruela), una singular colección que son un canto en la celebración de la vida y que presentó recientemente en la Feria del Libro de València, donde, dice, se alegró muchísimo de ver colas y casetas llenas, tanta gente feliz, reunida alrededor de los libros. Es gracias a esta visita en la capital del Turia que tuvimos ocasión de hablar con él.

Para los que conocen tu trayectoria, que te han seguido de cerca, imagino que se han sorprendido al ver que publicas un libro de cuentos que nada tiene que ver con tus novelas policiacas.

Es posible que sorprenda, es verdad. Sin embargo, yo he escrito cuentos desde hace mucho tiempo, desde antes de escribir novelas. Este libro recoge diez de los muchos cuentos que he escrito a lo largo de los últimos veinte o veinte algún años.

En el prólogo mismo afirmas que escribir cuentos era algo familiar, íntimo. Así pues, ¿qué te indujo ahora a publicar algunos de ellos?

Yo escribía cuentos que mantenía en el territorio de la intimidad. Así como hay gente que lleva vino a las cenas, yo suelo presentar como un cuento. No quería hacer otra cosa, a pesar de la insistencia durante años de los editores de que publicásemos los cuentos. Yo me resistía, como gato panza hacia arriba, porque me gustaba mantenerlos en ese espacio íntimo. Sí había sucedido, y no pocas ocasiones, en encuentros con lectores, que alguien me preguntaba si no escribía otras cosas, y yo le decía que sí, que escribía cuentos, y les leía alguno. Eso sí que lo he hecho con cierta asiduidad, y la verdad es que los celebraban mucho, pero aún así no los quería publicar. Otra circunstancia a tener en cuenta es que uno de mis buenos amigos, Carlos Baonza, que es quien ilustra esta obra, me pedía en algunas ocasiones que acudiese a contar cuentos en lugares donde él exponía, y mientras yo leía, él iba ilustrándolos al vuelo. Y lo que ha pasado, en definitiva, es que llegaron estos meses en los que los abrazos nos los tuvimos que guardar, nos tuvimos que tragar los besos, y las fiestas alegres, con risas y vino, quedaron reducidas a grupos minúsculos o a brindis frente a una pantalla, por lo que me pareció que era un momento de revivir esos tiempos jubilosos y celebrar la vida y la amistad, y hacerlo con un libro de cuentos en el que varios de ellos fueran festivos, más luminosos, y que además me acompañase Carlos en ese viaje, como me ha acompañado tantas veces en encuentros con amigos.

«Estos cuentos fueron escritos para ser leídos, contados en voz alta»

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Aunque en todos los libros siempre queda algo del autor, una parte de sí mismo, podríamos decir que este libro es tu libro más personal.

Desde luego. Es el que lleva buena parte de la sustancia íntima. De todas maneras, muchas cosas que están en mis novelas, que son policiacas por fuera pero que por dentro se habla de una tierra, de una forma de entender la vida, eso también está de manera absoluta en estos cuentos. Contiene todo ese universo, si bien es cierto que no está toda esa trama policial que acelera la historia, pero sí se parecen mucho a esas aventuras literarias que yo no me resisto a afrontar cuando escribo novelas negras que me apartan un poco de la trama principal.

Siruela publica 'Algunos cuentos completos', de Domingo Villar, con ilustraciones de Carlos Baonza.

El título de este libro también tiene su particular historia, ¿no es así?

Así es. Es un homenaje a mi padre, en teoría. La realidad es que es un plagio a mi padre, quien cuando se iba a morir empezó a recopilar las cosas que había escrito en vida, siempre había escrito y siempre de manera lúdica, como por otra parte son estos diez cuentos que componen este libro. Él empezó a guardar todo lo que había escrito en una carpeta y como no fue capaz de recoger todo lo tituló «Algunas obras completas». Me pareció un título graciosísimo y que no me resistí a tomarle prestado. Yo sé que tengo al venia con seguridad.

A raíz de la publicación de este libro de cuentos, ¿repetirás la experiencia? ¿O volverán a ese territorio íntimo y personal?

Espero que la naturaleza no nos traiga otra pandemia y que no haya necesidad, y que mis cuentos puedan volver a su carril, que es el de la oralidad. Estos cuentos fueron escritos para ser leídos, contados en voz alta. A mí me gusta mantenerlos así. No descarto que, a lo mejor en un futuro, pueda haber algunos más, pero si soy sincero… Ahora estoy escribiendo otra novela con Leo Caldas como protagonista que me tiene afanado intentando descubrir qué ha sucedido con unos restos hallados en una cueva frente al mar y creo que, por lo menos de manera pública, los cuentos se van a quedar aquí.

«Julio Camba decía que había tres cosas comunes a los gallegos: las sardinas, la migración y los cuentos»

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Me interesa muchísimo ese aspecto de la oralidad, porque da la sensación de que poco a poco se va perdiendo.

Ha quedado reducido el cuento oral a los cuentos infantiles, y es verdad que las historias narradas, los cuentos al calor de la hoguera han dejado paso a otras formas, que casi todas tienen el aspecto de una pantalla táctil. Yo no renuncio a la oralidad de los cuentos, a buscar la sonrisa, la sorpresa en ellos. Una vez que los lees y que ves las reacciones te das cuenta de que hay un espacio para eso. Quizá sea nadar un poco a contracorriente, pero que todo el mundo está deseando nadar a contracorriente de vez en cuando, ¿no?

Si nos retrotraemos hacia el pasado es la forma más natural que tenemos de contar historias, a nivel oral.

Por supuesto. Hasta Guttenberg no hubo otra, o prácticamente no hubo otra. Hay una tradición riquísima de cuentos, desde Homero hasta hoy. Una producción riquísima del discurso oral, y de historias que se iban compartiendo en las familias y en los lugares de los mayores a los más jóvenes de esta manera. En Galicia hay una tradición enorme, tanto por su mitología como por su magia. El clima invita también a recogerse alrededor de una mesa y compartir historias. Julio Camba decía que había tres cosas comunes a los gallegos: las sardinas, la migración y los cuentos.

Sí, da la sensación de que ahora permanece en pequeños reductos.

Mis cuentos tienen voluntad de ser leídos en voz alta, aunque estaban escritos previamente. Eso es algo que a mí me ayuda muchísimo cuando escribo. En una ocasión oí a Paul Auster, en su discurso de agradecimiento al recibir el Premio Príncipe de Asturias (entonces todavía no era Princesa de Asturias) que cuando él estaba escribiendo bien, las razones que le llevaban a saberlo casi siempre eran musicales más que literarias. Yo no puedo estar más de acuerdo. Esa cadencia, esa sonoridad, solamente se descubre leyendo en voz alta.

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