La Fundación Bancaja reúne desde este jueves en una muestra a tres grandes maestros de la pintura valenciana, Pinazo, Sorolla y Mongrell, cuyas trayectorias artísticas se sucedieron en el cambio del siglo XIX al XX, y cómo afrontaron sus obras decorativas por encargo.

La exposición 'Pinazo, Sorolla y Mongrell: pintura en torno a 1900' está integrada por una decena de piezas y permite exponer, junto a la obra 'Yo soy el pan de la vida' de Sorolla, otras piezas de encargo realizadas en el cambio de siglo por Pinazo y Mongrell, informa la fundación.

Comisariada por Isabel Justo, la muestra refleja estrategias y actitudes diferentes desplegadas por los tres artistas para expresarse en estos proyectos aun a pesar de las restricciones que un encargo pudiera entrañar, que se contraponen con ejemplos de su pintura de caballete.

En el caso de Joaquín Sorolla (1863- 1923), la exposición muestra el panel titulado "Yo soy el pan de la vida" (1897), realizado por encargo de Rafael Errázuriz para su casa en Valparaíso (Chile), junto a tres apuntes del artista con escenas de Biarritz y San Sebastián.

En la exposición se exhibe también la obra 'Bacante y amorcillo' (1890) de Ignacio Pinazo (1849-1916), una escena de alto contenido erótico que el pintor realizó para el techo de la casa de Salvador González Gómez en la avenida Navarro Reverter de Valencia.

"La maestría de Pinazo al representar la escena consigue que no se trate de una escena contemporánea cargada de erotismo, sino de una estampa mitológica protegida por el velo de la cultura clásica a la que cita", señalan desde la fundación.

Ignacio Pinazo puede que sea de los tres el pintor más rebelde a la hora de ceñirse a los dictados de un encargo, bien fuera un retrato o un gran panel diseñado para ambientar un interior, añaden.

Aun así, Pinazo era perfectamente capaz de controlar su expresividad moderna y valiente y lo hizo en numerosos retratos como en Retrato de los niños Amparo y Antonio Martorell (1886), que se presenta en esta muestra en una de sus versiones más libres.

De José Mongrell (1870-1937) destaca su "mesura y equilibrio, la armonía clásica y el gesto ponderado de sus modelos, incluso su querencia por la pintura japonesa, de la que se declaraba gran admirador".

El pintor valenciano pasó gran parte de su vida profesional en Barcelona, aunque mirando y añorando siempre Cullera, el rincón de Valencia que pintaba siempre y al que procuraba regresar cada verano.

Dos de los lienzos mostrados en la exposición están firmados en Cullera: "El Piropo" y "El beso". La relación de Mongrell con el cariz más utilitario de la pintura incluye la obra "Alegoría de la música", presente en la exposición.

Este cuadro adornó uno de los salones de la primera planta del modernista Edificio Ortega (1906, Manuel Peris Ferrando) en la avenida Marqués del Turia, número 9 de Valencia.

Se trata de una pieza realizada ex profeso para dialogar con la arquitectura, que literalmente abrazaba el lienzo con sus modernistas tentáculos de escayola, de los que todavía se aprecian las huellas.

El comedimiento propio de las esculturales figuras a las que tiene acostumbrado al espectador Mongrell se repite en los personajes alegóricos, desde los pequeños amorcillos desnudos a la misma representación de la música.

La figura femenina principal comparte además con las habituales protagonistas de José Mongrell los ojos claros, la tez rubicunda y cabellos largos y cobrizos.

La exposición podrá visitarse hasta el 31 de julio de 2022 en la sede de la Fundación Bancaja en Valencia.