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Inés Hernand: "¡España no es un meme, es un memazo!"

La copresentadora del Benidorm Fest es proclamada como la verdadera 'ganadora' del polémico concurso

Inés Hernand, la presentadora ’revelación’ del Benidorm Fest 2022.

Uno de los pocos consensos sobre el lamentable culebrón del Benidorm Fest es que la 'ganadora' ha sido Inés Hernand (Madrid, 1992), la copresentadora del concurso. ¿Cómo definir a la hasta hace poco abogada mileurista? Pues como el géiser que sale en estampida cuando tiras un 'mentos' dentro de la coca cola. Lo sabían los seguidores de 'Gen Playz', el espacio de debate de TVE, o de pódcast como 'Saldremos mejores'.

-Leo un tuit: "¡Que esta Anne Igartiburu ‘millennial’ lo presente absolutamente todo!".

-En el ámbito de la comunicación, lo 'plasticoso' es ya poco digerible. Se agradece que en espacios donde se ha comunicado de una forma impostada, sin verdad, aparezca una chica que se puede equivocar, que se encuentra mal, que tiene una realidad diversa. De pronto, sueltas un matiz, como que vienes "de una familia desestructurada" y, ¡guau!, atribuyes el éxito a realidades no normativas.

-Una puntualización: ¿tan desestructurada es su familia?

-Soy hija única de unos padres ausentes. Siempre tuvieron mucha carga de trabajo y desatendieron el crecimiento de una personita. Y cuando eso lo haces de manera prolongada en el tiempo –de los 0 a los 18 años–, es algo insólito. Luego han tenido comportamientos como padres que me parecen bastante reprochables y negligentes para conmigo y con otros familiares. Por una cuestión de convicción personal, no entran dentro de mi operativa moral.

-Quizá eso la ha hecho como es.

-Es una perspectiva. Aparte de tener ansiedad crónica, tengo autosuficiencia desde los 8 años, una edad en la que asumí cosas que no me correspondían.

-Verbo no le falta.

-He perdido curros por ser una deslenguada. Es el coste de mi posicionamiento. Si me cancelan por bocazas, pues muy bien.

-Leo otro tuit: "Es la única presentadora con bromas y referencias para menores de 50".

-La televisión pública, además de no ser clasista, debe tener en cuenta a los pensionistas y a los cinco millones de espectadores jóvenes. De lo contrario, te pagas una plataforma de 'stream' y hablas de realidades con las que sí te sientes identificada. Porque, al final, una chavala aborta, tiene la regla, se droga, una serie de cosas que no tienen por qué ser el despojo social. Alejarse de eso es el problema.

-¿Le sorprende sorprender?

-A alguien que, como yo, viene de la precariedad y de la continua sensación de escasez, me resulta muy llamativo que sorprenda comportarse con naturalidad. Tienes espacios como Twitter o Twitch en los que cuanta más naturalidad, mejor. Así que la lectura de código es un poco errónea.

-Hemos estado una semana dando vueltas al Benidorm Fest. ¿Lectura de código?

-El otro día en un diario titularon una entrevista mía "España es un meme" y automáticamente la horda de lectores me dijeron de todo. Pero mantengo más que nunca el titular. ¡España no es un meme, es un memazo! Yo entiendo que haya una audiencia que tenga una sensación de injusticia, pero hay que hacer la lectura completo. Y lo que tenemos es a Jesús Vázquez diciendo que ojalá gane Ana Mena en San Remo para que al menos una española se imponga [por Italia] en Eurovisión. Eso es lo más leve dentro de lo 'mainstream'. ¡Me avergüenza profundamente!

-Preocupa más que la reforma laboral, ya ve.

-Ojalá la gente se preocupase igual de la renta básica universal, de la pederastia dentro de la Iglesia, de cómo nos van comiendo derechos. Si fuera así, tendríamos un país competente y competitivo. Mientras tanto, somos un puto meme. Entiendo que estemos todos sin recursos emocionales por la pandemia y que haya que desfogarse por algún lado, pero de ahí a elevarlo a consulta en el Congreso por parte de un grupo parlamentario... ¡Chicos, se nos ha ido!

-Tiene 'punch' político usted.

-Tengo una conciencia de clase bastante desarrollada. He crecido con la crisis de 2008, me independicé a los 18 años, he falseado nóminas para conseguir un contrato de alquiler, por supuesto de una habitación compartida. He tenido que irme a hacer el Erasmus del pobre a Londres: de camarera. He estudiado becada en la universidad pública. He fregado algún baño y hasta septiembre de 2020 trabajaba por 1.089 euros al mes. Es desde el privilegio de hoy cuando se puede actuar.

-Quizá pierda el suelo de vista pronto.

-Si tuviese 21 años, como esos 'streamers' que no tienen conciencia de lo que valen las cosas, quizá tendría acojone. Pero tengo 29, y pese a que no me gusta el 'trabajocentrismo', soy una tía muy currante. Vivo en un barrio obrero, con comodidad. No dejo de hacer cosas normales. Y metida a presentadora, que puede tener tintes superficiales, me parece profundamente político, por ejemplo, defender las lenguas cooficiales.

-Incluso se posicionó en el asunto de los indultos de los presos del 'procés'.

-Antes de cambiar el mundo, hay que cambiar tu casa. Intento trasladar una realidad política como la catalana o la gallega, o las dificultades que tiene Extremadura por no tener buenas infraestructuras de comunicación.

-¿Quizá el amor tiene algo que ver?

-'Puc parlar un poc de català'. Mi novio [Adrià Salas, cantante y compositor de La Pegatina] es catalán. Por amor se aprende más que por la guerra.

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