Castroforte del Baralla, Celama, Obaba, Orbajosa, Región, Vetusta... No pocos territorios imaginarios forman parte ya de la memoria colectiva gracias a la literatura. Son microcosmos en los que uno encuentra la complejidad del mundo a través de sus personajes, de sus aspiraciones y anhelos, de sus sufrimientos, de sus recuerdos más vivos, de sus secretos y pequeños misterios. Lobeira, o más bien la Lobeira de Marilar Aleixandre, es uno de esos espacios novelescos, «inventados», en el que uno se sumerge paulatinamente.

Desconocía la labor de esta veterana escritora «gallega», como desconozco tantas otras cosas, pero uno siempre está a tiempo de poner remedio a esos «olvidos» gracias al trabajo de incipientes editoriales como la recién aparecida Arde, que ha «recuperado» Lobos en las islas, título que ya apareciera en 2001 traducida al castellano, pero cuyo origen debemos buscarlo más atrás, en 1996, cuando se publicó originalmente en gallego Lobos nas illas.

Estamos frente a un libro que bien pudiera ser una novela fragmentada o un libro de relatos independientes pero interconectados que pueden derivar en novela, y en el que Aleixandre ahonda en las relaciones familiares y de amistad, sumergiéndonos en esa especie de sentir propiamente gallego, donde cada palabra parece estar impregnada de nostalgia y donde cada acto, cada gesto, esconde un enigma. Los juegos amorosos propios de la juventud, la tristeza que supone toda muerte, los pequeños y grandes dramas —como el relato en el que se narra un caso de maltrato, de violencia machista—, la complicada tarea de afrontar la vida adulta o aquellos elementos que, con el paso del tiempo, vemos con añoranza, pueblan estos relatos que avanzan con el paso del tiempo, conociendo así a los protagonistas de diferentes generaciones.

'Lobos en las islas' (Arde), de Marilar Aleixandre.

Podríamos hablar del clásico libro de sagas familiares si no fuera porque la trama no es lineal y porque no alcanzamos a comprender todos los entresijos de este grupo familiar. Si algo caracteriza a Lobos en las islas es, precisamente, la simbiosis entre lo popular y costumbrista con lo mítico, además de plantear numerosos interrogantes sobre las reminiscencias de un pueblo, así como sobre las conductas del ser humano. De ahí que no sepamos, no con exactitud, si todo es soñado o realmente vivido, si este pueblo imaginario de Lobeira tiene un equivalente en la «vida real» —con la Costa da Morte como referencia—; aunque, mucho me temo, que eso poco importa, ya que lo verdaderamente fascinante de la literatura es su capacidad para crear nuevos escenarios y realidades.

Lectura agradable, sorprendente por el hecho de «descubrirme» a esta autora —con una vasta trayectoria y que forma parte de la Real Academia Galega— y esta nueva editorial catalana que, asegura, «nace del deseo de desenterrar las voces que el tiempo y la costumbre han dejado caer en el olvido». Habrá que seguirles la pista para ver qué nuevos títulos tienen pensado publicar, obras que seguro comparten el espíritu de Aleixandre por hacer de la literatura un bien común.