La amistad es, para muchos, un regalo, aunque no exento de ciertas complicaciones. Toda relación es compleja y quebradiza, pero si está basada en la honestidad y en la sinceridad, los lazos son fuertes, a veces demasiado; de ahí que, cuando se rompen, el dolor sea mucho más profundo.

Las amistades pueden «romperse» por algún exceso —incluso un exceso de sinceridad—, por una mentira o malentendido, por cansancio o egoísmo, por una pérdida... No es fácil tener que lidiar con ello, pero el tiempo, dicen, lo cura todo. Siempre puede haber espacio y lugar para la reconciliación; al menos, en vida. Cuando una de las partes desaparece, ese acto de perdón ya es para con uno mismo, y cuesta llevarlo a cabo, porque los reproches siempre están presentes y calan hondo, hasta lo más profundo, y puede uno llegar a desmoronarse si no pone remedio a ese continuo pesar.

Es la palabra, muchas veces, una gran ayuda para alcanzar esa redención. Escribir lo que uno siente, lo que le preocupa, lo que le pesa en el alma, se vuelve necesario. Emanuele Trevi bien lo sabe, como demuestra en Dos vidas (Sexto Piso), un emocionante relato personal en el que rememora su amistad con Rocco Carbone y Pia Pera, ambos ausentes pero cuya presencia permanece intacta a través de su obra y del recuerdo que atesoran aquellos que les quisieron y les quieren.

Trevi ahonda en su relación con ambos y lo hace a través de una especie de monólogo interior en el que viaja al pasado, hasta esos primeros acercamientos que dieron fruto a una próspera aunque no siempre cómoda amistad. El autor italiano habla de lo fútil y lo esencial, de la sensación de que una parte de nosotros puede o no sucumbir y arrastrarse ante esa pérdida, y lo hace con una elegancia y una belleza sublime por la sencillez con que narra esos encuentros y desencuentros.

Trevi nos permite conectar con él y con las personalidades de Carbone y Pera, dos figuras que fueron (y son) esenciales en su historia personal. No tiene reparo alguno en confesar los pequeños desencantos que llegaron a alejarlos en un momento determinado de sus vidas, como tampoco lo tiene al ensalzar sus virtudes. Así, estamos ante un mapa emocional y muy personal en el que afloran los demonios y fantasmas, pero también las ocurrencias y los prodigios de estos dos autores que forman parte de la historia vital del propio Trevi.

Hay espacio, también, para ciertas dosis de erudición, para reflexiones profundas sobre la vida misma y su sentido, sobre el papel que ejercemos en este universo de experiencias que parece ilimitado pero que siempre nos impone respeto. «Lo imposible genera siempre lo posible», escribe Emanuele Trevi, y prosigue: «es la marca indeleble, el defecto de fábrica de nuestra existencia, y nadie puede escapar». Extraordinario.

Dos vidas es una lectura sensible y cariñosa, también dolorosa por cuanto simboliza en realidad: el recuerdo de los ausentes. La memoria juega aquí un papel relevante, una memoria que es, en realidad, una mirada nostálgica pero tierna y apasionada. 

'Dos vidas' (Sexto Piso), de Emanuele Trevi.