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Asuntos propios

Sara Baras, bailaora: "He sustituido la tristeza por la profundidad"

"En 30 años solo he parado de bailar durante el embarazo"

La bailaora Sara Baras con los ojos cerrados para la Contra de Nuria Navarro. Jordi Cotrina

Está la Sara Baras que sube al escenario y es una fuerza de la naturaleza, y está la mujer, con sus vulnerabilidades. Entre ellas había distancia, pero desde que se instaló en los 50 –y el confinamiento le permitió reorganizar cosas– está mejor que nunca, dice, tiene más verdad. Eso impregna 'Alma', un espectáculo que fusiona flamenco y bolero, con cante y toque en directo, que fondea en el Teatre Tívoli entre el 1 y el 19 de junio.  

¿Tiene alma de bolero?

Tengo corazón flamenco y alma de bolero. 

El bolero es triste.

Es más profundo que triste. A mi padre, poco aficionado al flamenco, le costaba diferenciar una seguiriya de una soleá o de un taranto. Así que quise hacer algo que él, un enamorado de los boleros, pudiera sentir.

El coronel Pereira estará contento.

Estrené 'Alma' el pasado 17 de diciembre en la Maestranza de Sevilla y él murió el 15 de enero.

Lo siento.

Era mi pasión. Un ser bondadoso, muy tranquilo, con una energía muy bonita. Guardó todos los recortes de prensa de mi carrera desde el inicio, perfectamente encuadernados, como buen militar.

"Tengo corazón flamenco y alma de bolero"

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¿De dónde le viene el pellizco?

De la tierra. Del sur. Todas bailábamos de niñas. Y mi madre [Concha Baras] era profesora, pero no se dedicó nunca porque mi abuelo, pianista clásico y director del Conservatorio de Cádiz, no le dejó. Ella es una mujer fuerte, más protagonista. Creo que yo soy más tranquila.

¿Nunca quiso ser otra?

No. En 30 años solo he parado de bailar durante el embarazo. Y eso que a mi madre le horrorizaba la niña artista. Solo me dejó bailar con otras niñas del colegio hasta que, a los 16, Manuel Morao vino a vernos a San Fernando y dijo: "Me quiero llevar a Sarita". Así empezó todo.

Empezó y creció exponencialmente.

He tenido mis momentos.

"Cuando fui madre prometí no guardarme los 'te quiero'"

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¿Qué quiere decir?

Que si quieres algo, aunque no siempre obtengas el resultado esperado, tienes que entregarte al 100%. Eso quiero transmitirle a mi hijo, José.

La maternidad cambia.

Cuando fui mamá prometí no guardarme los "te quiero" ni las "gracias". Llevo 11 años agradeciendo a los que me han ayudado, tanto amigas como gente de la profesión.

José es hijo de bailarines, ¿está predestinado?

No creo. Él sufre mi trabajo, porque yo tengo que viajar, pero también vive cosas extraordinarias. En Madrid, le sentamos en medio del patio de butacas, y al verme hacer la carretilla, chilló: "¡Guau, mamá, qué 'crack'!". Pero yo le insisto una y otra vez en el trabajo. De momento, es un niño feliz que estudia en El Centro Inglés del Puerto de Santa María. Ya decidirá.

Usted ha decidido. Separarse, tener una nueva pareja, poner la gestión de su compañía en otras manos.

Por eso le decía que he sustituido la tristeza por la profundidad. Los 50 para mí han sido muy importantes. Me había imaginado que me iba a sentir peor, que iba a tener menos velocidad, menos fuerza.

Y no.

¡Quizá sea el mejor momento de mi vida! Como mujer y como bailaora. Poder disfrutar de la madurez en el escenario es un regalo bestial.

"Pensé que a los 50 iba a tener menos velocidad y fuerza. Y quizá es el mejor momento de mi vida"

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¿Cómo se siente eso?

La parte técnica debe tener un nivel altísimo –tengo un entrenador maravilloso– para que verdaderamente puedas olvidarte de ella y dejarte llevar por lo que sientes. Y te das cuenta de que bailar te hace libre.

¿Se ha liberado de mucho?

De todos los miedos, que los tenía. A ratos hice un recorrido precioso que no supe disfrutar. 

Créame que no se le notaba.

Era la fortaleza del personaje. Pero ahora siento alivio. Durante la pandemia pude estar con mi hijo y mi pareja –a la que adoro–, en casa, ensayando. Valoré lo que era, lo que tenía, y supe que debía mantenerme, pero con tranquilidad. Lo he conseguido con mi terapia, porque hay ciertas cosas que uno no descubre hasta que se lo descubren otros.

"Tengo mi terapia. Hay ciertas cosas que uno no descubre hasta que se lo descubren"

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¿Diría que es más sabia?

Busco la belleza desde otro punto. No soy amiga de los adornos. Me gusta la sencillez y la verdad. Siento que tengo un percusionista en los pies y un pintor en los brazos.

Y mucho taranto, bulería y soleá que bailar.

Yo no tengo prisa. Solo pido que sea inteligente y sepa cuándo me tengo que retirar. 

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