Miguel Ríos no necesita presentación alguna. Es historia viva de la música y del rock nacional, y como tal se presentará el próximo 24 de junio en el escenario del Peñíscola From Stage. A sus casi 80 años es pura energía y vitalidad.

Pasión. Creo que no hay mejor palabra que defina una carrera como la tuya. Pasión por la música, por subirse a un escenario y contagiar esa energía que posees. Sin embargo, detrás hay un trabajo incesante, ¿no es así? 

Pues sí, el motor de mi carrera ha sido la pasión por el rock & roll. La pasión por aprender el oficio que me permitía llegar a comunicar la emoción que me movía al escuchar a Elvis y los demás maestros. Ha sido un largo camino que empezó hace sesenta años cuando entré en el estudio de Philips. Después, vino el arduo trabajo del que hablas. ¿El más duro? Inventar con mis colegas de entonces una profesión y una infraestructura para un género nuevo. Pero éramos tan jóvenes… 

Otro aspecto, que es más bien una virtud, es tu capacidad de adaptación. Hay quien diría que tienes más vidas que un gato…

Soy un resiliente. Mi deseo de permanecer en escena me obligó a buscar una versatilidad que no sabía que tenía. He tenido cintura para transitar por muchos formatos para experimentar como sonaba mis éxitos con esos arreglos.

«Durante muchos años este país no era el templo de la modernidad y establecer el mensaje del rock no era nada fácil»

También es relevante el hecho de que tu música ha traspasado cualquier límite generacional. Eso es algo muy difícil de lograr, creo yo. Tus canciones las cantan y disfrutan personas de todas las edades. ¿Existe alguna fórmula para ello?

Creo que, en su mayor parte, se debe a una suerte de transmisión familiar, y por otra, a que el rock es una cultura intergeneracional. Por mi parte creo que obedece al deseo de estar en el corazón de la gente. Curro para que la gente me quiera y parece que he tenido éxito.

Tras una primera «despedida», volviste de nuevo en 2020, en plena pandemia, y lo hiciste por todo lo alto. Publicaste Symphonic Ríos y luego empezó esa colaboración fructífera con The Black Betty Trío. ¿Cómo surgió esa posibilidad de retorno, qué te incitó a ello? 

Bueno, el verdadero «culpable» de que la gente me pueda llamar embustero fue El gusto es nuestro que volvió 20 años después y... ¡Cómo iba a decir que no! En mi retiro había colaborado con muchos compañeros que me invitaban a tomar parte en sus proyectos, y en un sinfín de actos solidarios. Me encantaba poder devolver a la sociedad parte de lo que tan generosamente había recibido. Después vino la invitación de actuar en el Festival de Música y Danza de Granada, con la OCG dirigida por Josep Pons en el Palacio de Carlos V de la Alhambra. De ahí salió Symphonic Ríos y una gira posterior.

Un largo tiempo es el último álbum que has publicado junto a The Black Betty Trío. ¿Cómo ha sido y es esa colaboración, esta apuesta en acústico?

Desde que grabé Solo o en compañía de otros para Warner en 2009 producido por Jose Nortes, no dejé de contar con él para que produjera toda mi música. Al final de la gira sinfónica, donde Jose lideró a Los Black Betty Boys, la banda rockera que se fusionó con la OCG, pensamos recuperar el trío con el que actuamos en un concierto solidario para Un juguete una ilusión de RNE en el Teatro Monumental de Madrid, en las navidades de 2014. El trío lo formaba mi pianista preferido: Luis Prado, con el que había tocado en muchas ocasiones, Jose Nortes en guitarra y Edu Ortega al violín, mandolina y guitarra. Esos son los originales Black Betty Trío, y con ese sonido in mente decidimos componer las nuevas canciones.

El 24 de junio actuarás en el Peñíscola From Stage, una cita que en tan solo tres ediciones ya se ha convertido en un referente en la Comunitat Valenciana. Concierto en un marco incomparable como es Peñíscola, al lado mismo de la playa… ¿Con qué energías afrontas una actuación como esta?

Con la actuación del día 24 habré actuado, en esta gira, en las tres provincias de la Comunitat Valenciana. Lo bueno de esta gira es que no tengo que saltar. Aunque sea un show en formato acústico es bastante electrificante. Llevamos muchos bolos y siempre hemos dejado al público de pie.

«Curro para que la gente me quiera y parece que he tenido éxito»

No es la primera vez que actúas en la provincia de Castellón, y ya sé que es difícil recordar todos y cada uno de tus directos, pero… ¿Guardas algún recuerdo o anécdota de tus conciertos aquí?

He actuado un montón de veces en Castellón y, afortunadamente, siempre me ha ido bien. No tengo ninguna anécdota relevante, y creo que eso es bueno. Durante muchos años este país no era el templo de la modernidad y establecer el mensaje del rock no era nada fácil. Pero sí recuerdo, con mucho cariño, en concierto multitudinario en el Grau de Castelló.

No quisiera teñir demasiado esta entrevista de nostalgia, pero echando la mirada atrás, ¿llegaste a pensar en algún momento, al empezar tu carrera, que ibas a convertirte en todo un icono de la música?

No, nunca. Tampoco ahora.

Para finalizar, ¿un deseo todavía por cumplir?

Que mi debut en la bella Peñíscola le llegue al corazón de mis mecenas, que son los que vienen a vernos. En este disco hay una canción llamada Por San Juan, un canto al Mediterráneo y a la noche de San Juan. De hecho, ese día 24 sacamos un nuevo single, con una versión en directo de un concierto que dimos en Granada en diciembre del año pasado.