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Música

Jorge Drexler: "He ganado 10 batallas a la hoja en blanco"

El cantautor uruguayo se sumergió en una crisis creativa con la llegada de la pandemia | Las expectativas, el vértigo y la falta de estímulos fueron los demonios que atormentaron a Jorge Drexler durante meses antes de dar con ‘Tinta y tiempo’

Jorge Drexler. EP

Tras cinco años de silencio discográfico, Jorge Drexler presenta ‘Tinta y tiempo’, un monólogo sobre la creatividad, la veteranía y lo efímero que surgió a raíz de una crisis creativa. El álbum cuenta con claros ecos del confinamiento, tiempo en el que Drexler batalló contra fantasmas como el vértigo o la hoja en blanco. Muestra de esa lucha son las 10 canciones que forman su nuevo álbum. Y ya ha anunciado que la verdadera celebración puede ser el hecho de cumplir uno de sus sueños, fundar un grupo de música con amigos. Durante su carrera, ha sido reconocido con un Premio Oscar (2005), cinco Latin Grammy’s (2014, 2018), un Goya (2011) y una Biznaga de Plata.

Vuelves a estar de gira. ¿Cuesta volver a la carretera?

La verdad es que el cuerpo ya no se acostumbra tan rápido a la densidad de trabajo. Pero a pesar de todo, mi cuerpo está feliz de volver a estar en movimiento. Tengo la sensación de que volvió la sangre a mi cuerpo. Ha sido un periodo muy bonito hasta ahora.

¿Cómo has encontrado a tu público?

Enormemente entusiasmado. Con unas ganas tremendas de acudir a los conciertos. Es un entusiasmo por la música muy llamativo, en el que se ve claramente la diferencia respecto a lo que sentía la gente antes de la pandemia. Me asombra mucho. Lo he visto en seis escenarios diferentes de América Latina. 1.500 personas cada noche, no había hecho eso en mi vida. Después del verano volveré a Brasil y Colombia, y también visitaré Estados Unidos y Puerto Rico.

¿Cómo es el público de Drexler?

Abarca un rango de edades muy amplio y eso me hace muy feliz. Creo que mi público es incatalogable, muy comprometido, eso sí.

En València has tocado en muchas ocasiones, y en la mayoría de ellas recuerdas tu primer contacto con la ciudad, hace casi 30 años.

En València comenzó todo. Toqué en el Café Berlín del Carmen. Me han dicho que ya no existe. Este café fue fundacional para mí, importantísimo en mi vida. Pondría una ‘plaquita’ en la entrada. Ahora debe ser una tienda de ultramarinos o de frutos secos. Diría: "Jorge Drexler dio su primer concierto. Cobró 5.000 pesetas". En ese momento, era una cantidad exorbitada para mí. Había ocho personas en el público, y eran básicamente seis amigos y dos conocidos que habían ido medio distraídos. Esa noche fue muy importante para mí, porque aprendí que podía actuar en público.

Se han cumplido 30 años de la publicación de su primer disco, ‘La luz que sabe robar’. ¿Celebrarás la efeméride?

Me encantaría, pero todavía no sé cómo.

En alguna entrevista has dicho que te gustaría formar una banda, ¿el aniversario es un buen motivo para lanzarse a la aventura?

Siempre he soñado con tener una banda, la verdad. Con ser parte de un todo. No sé si estoy a tiempo. Tengo una banda, que es la que va conmigo de gira, que es maravillosa. Pero toca mi repertorio. Me gustaría que la composición fuese un trabajo colectivo. Yo creo que lo voy a hacer. Dentro de poco, además.

¿Ya has tanteado a alguien?

Las posibilidades son muchas. Tengo muchos amigos y amigas músicos con los que me gustaría interactuar.

‘Tinta y tiempo’ habla de las crisis, de la creatividad y de las pequeñas cosas. Su portada es una tabula rasa.

Este álbum es un homenaje a la hoja en blanco. Es cierto que esto parte de una tabula rasa porque la hoja en blanco fue la gran victoriosa de la primera etapa de la pandemia. Aunque conseguí vencer este bloqueo. En el disco presento las 10 batallas que le gané a la hoja en blanco. Pero en la portada homenajeo a las otras cien que perdí.

¿Qué pasó en ese confinamiento?

Fue muy difícil escribir para mí. Muy complicado. No encontraba muchas de las palabras que quería decir, ni tampoco el sonido con el que pretendía describirlo. Imagino que fue producto del aislamiento. La hoja en blanco es para mí el máximo grado de potencial creativo.

¿Cómo se supera una ‘crisis’ así?

Escribiendo. Tienes que seguir buscando tu inspiración porque en algún momento llega. Después de intentarlo muchas veces, un día todo cambió. El empeño, a veces, es lo que hace la diferencia.

¿Transforma esa vivencia?

Sí, o al menos lo intento. En este caso me funcionó. Claramente gané. Me hizo muy feliz saber que podía salir de un bloqueo.

¿Ha sido diferente a los que ha vivido con anterioridad?

Lamentablemente sí. Creo que la culpa la tienen las expectativas. Cuando llevas más de 30 años de carrera y tienes la suerte de que te haya ido bien, el desafío es cada vez más grande. Tu visión como músico se vuelve más exigente y ambiciosa. He tenido que aprender a saber llevar 'esta estrella', a saber cómo dominarla, porque te acaba minando.

Dedicas una canción a explicarte esto a ti mismo.

Sí. En la canción 'Tinta y tiempo' empiezo diciéndome a mí mismo: "Lo que dejo por escrito no está tallado en granito. Yo apenas suelto en el viento. Presentimientos. Pido lo que necesito. Tinta y tiempo, tinta y tiempo". Es decir, me estoy diciendo: "Quítale peso. Escribe".

¿Crees que nuestra manera de relacionarnos en la actualidad tiene que ver con este vértigo? Me refiero al cambio que han impulsado las redes sociales. Ahora, un ‘tuit’ puede acabar con una carrera artística, y prácticamente cualquiera puede ser ‘despedazado’ en internet.

Imagino que algo de esto hay, pero no tengo miedo a las redes sociales. En ese escenario, conforme una cosa viene, se va. Es un terreno muy cambiante, efímero, y yo jamás he renegado de lo efímero. Me parece bonito, de hecho. Me parece muy bien que las cosas no duren nada. En un concierto de jazz, puedes oír un solo que no se repetirá igual jamás.

Aunque Drexler no ha sido efímero.

(Ríe) No, pero fíjese, todos nos acabaremos perdiendo en el tiempo. Todo lo que hacemos como especie será olvido. La muerte de las cosas es importantísima a nivel ecológico, por ejemplo. Actualmente estamos dejando huellas en el planeta que van a durar decenas de miles de años. La bolsa de supermercado con la que volvemos a casa va a durar más que nosotros. O sea que el olvido no tiene nada de malo.

También has dedicado una canción a lo efímero. Se llama 'Amor al arte'. Curiosamente comparas a los humanos con un ‘bicho’, justo como llamamos al coronavirus.

Sí, es una canción que me sorprendió. Porque salió de manera natural. Es un tema con el que reivindico que no hay nada de malo en ser apenas una parte de este universo. Los humanos somos un bicho minúsculo. Y no hay nada de malo, únicamente hay que aceptarlo y ser conscientes de que vale la pena ser felices para lo poco que podemos habitar este planeta. El coronavirus, como nosotros, forma parte de este mundo.

¿Cómo has convivido con el virus en estos dos años?

Bien, al principio con miedo como todo el mundo. Pero ya tenemos ganas de volver a comportarnos un poco como lo hacíamos antes.

Estudiaste Medicina en Uruguay. ¿Cómo influyó esto en tu día a día durante las primeras fases de la pandemia?

Mucho. Me comprometí con el personal sanitario, que ha estado haciendo una labor enorme durante este tiempo. Pero creo que mis conocimientos sanitarios me hicieron cabrearme aún más con las noticias falsas y las personas que no querían entender que esto iba en serio, que el virus mataba. Me afectó mucho esto porque vi que no tenía paciencia con esos discursos. Entiéndame, cada uno puede pensar lo que quiera, pero en estos casos, la gente debe ser prudente, sobre todo, cuando no es un terreno que domina.

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