El autor del último libro premiado con el galardón Bernat Capó, de Ediciones del Bullent y L’Etno, Carles Rodrigo Alfonso, no estuvo ayer en Nules para hablar sobre la defensa de les casetes de primera línea, pero su trabajo de investigación titulado Viure a la caseta, llevó necesariamente a hacerlo, porque el suyo es un estudio que invita a reflexionar sobre un modelo de vida que está en peligro de extinción, pero que está en la base de la sociedad actual.

Rodrigo estuvo en la playa de la localidad invitado por Platges de Nules en su proyecto integral de puesta en valor de los valores patrimoniales, culturales y etnológicos de la localidad, un propósito en el que sí que encaja a la perfección la última de las 12 publicaciones en el haber de este autor.

Define Viure a la caseta como «una aproximación a les casetes tradicionales agrarias» de las que hay tantas en el interior de la provincia de Castellón, todas ellas construidas desde una perspectiva de aprovechamiento del territorio. Agricultores o ganaderos las usaban para poder pasar alguna noche o resguardarse del frío, el calor o las inclemencias del tiempo mientras faenaban. 

Para Carles Rodrigo, su conclusión es una llamada de atención para una sociedad, la actual, donde cunden demasiado, a su parecer, «la hiperprotección y el infantilismo», olvidando que son descendientes de personas que no lo tuvieron nada fácil y fueron capaces de salir adelante.

El autor, aunque incide en que no ha entrado en profundidad en una cuestión «que se debería analizar», remarca que les casetes de la playa de Nules, en su origen, también fueron agrícolas, y no fue hasta los años 20 cuando empezaron a convertirse viviendas de veraneo, algo propio de esta zona.