Zaida Carmona es una joven directora, guionista y actriz castellonense cuyo primer largometraje La amiga de mi amiga, obtuvo el premio Un Impulso Colectivo en el D’A Film Festival de Barcelona de este año y que esta semana se proyectará también en el prestigioso Festival de Cine de San Sebastián

Imagino que este 2022 estarás viviendo sensaciones bastante enérgicas pero también dispares.

Sí, porque, al final esta película la hicimos desde un punto de vista, a nivel de producción, muy punky, y no nos imaginábamos todo lo que iba a suceder. Así que está siendo muy intenso, muy emocionante y bastante maravilloso en general. 

¿Han habido momentos extenuantes?

Bueno, la cuestión es que hacer películas desde este lugar, es decir, un poco al margen de la industria, es difícil, aunque algunas veces se cuelen en algunos lugares de esa industria. Empezar a hacer un proyecto fuera de ese espacio supone que está hecha con muy pocos recursos y que tanto yo como el resto del equipo compaginamos esa labor con otros trabajos. Así pues, resulta un tanto abrumador, aunque en realidad he de decir que la experiencia es buenísima. Y toda esta situación abruma a su vez porque era algo totalmente inesperado. 

De Castelló te marchaste a Barcelona. Pregunta obligada. ¿Qué te movió a ello?

Efectivamente, me fui a estudiar Comunicación Audiovisual a Barcelona, hace ya bastantes años. Siempre tuve como una obsesión por el cine, con muchas ganas de hacer cosas y escribir. Durante mis estudios estuve en una posición muy cercana a la creación pero por cuestiones de la «vida adulta» y las necesidades que eso conlleva tuve que ponerme a trabajar y aquellos proyectos que tenía en mente se quedaron un tanto aparcados. 

«El filme ofrece una mirada en la que poder reírnos de nosotras mismas y hacer activismo»

Pero seguiste haciendo cosas

Sí, yo seguía escribiendo. Tenía un guion para un largometraje medio planteado, pero era un poco complicado de grabar. 

Hasta que surgió la chispa.

Ahí entran en juego dos factores. Por un lado, soy muy amiga del cineasta Marc Ferrer, que ha hecho películas verdaderamente trash y a mí me encanta. Con él, tenerlo tan cerca y haber participado de alguna forma en sus películas fue como ser consciente de que cuando hay ese impulso necesario se pueden hacer películas, y se pueden hacer además un poco al margen de la industria más clásica. Por otra parte, la llegada de la pandemia y del confinamiento me permitió lanzarme a montar un corto que es una especie de diario filmado, que son como ilusiones. Ahí jugaba un poco con la comedia y la autoparodia, la autoficción. Tras hacerlo durante el confinamiento, se me ocurrió que era buen momento para ponerme a escribir el guion para un largometraje pero que estuviera escrito con unas condiciones que permitieran rodarlo fácilmente. 

¿Qué condiciones eran esas?

Que su localización fuera Barcelona, que es donde vivo, que fuera protagonizado por gente de mi entorno y que fuera un guion con una producción fácil, aunque no hay producción fácil –se ríe-. Lo escribí pensando en algo que fuera muy factible rodar, con medios relativamente escasos. 

Y a todo ello se añade tu pasión por el cine.

Claro. El amor al cine durante tantos años, el hecho de trabajar en Filmin, de estar rodeada de cine la mayor parte del tiempo, la relación con Marc Ferrer, que es el coguionista de la película, y el confinamiento, generaron la posibilidad de poner en marcha este proyecto.

La cineasta hace uso de la parodia y autoficción en sus trabajos. Cristina Capote

Sí que es cierto que el confinamiento incitó a muchos a volcar de alguna manera todas sus preocupaciones, ya fuera en papel o en otro soporte o arte. Una clave fue la disposición de tiempo, algo que no solemos tener, o no como quisiéramos.

Totalmente. Fue el único momento en el que podíamos hacer uso de un tiempo libre que normalmente colapsamos con otras cosas. Tener ese espacio para poder escribir fue extraño pero necesario. Es muy difícil sacar tiempo para iniciar proyectos con el ritmo de vida que llevamos habitualmente. 

Aunque ahora has ganado visibilidad, y tu trabajo se ha dado a conocer a un nivel mayor, seguirá siendo complicado llevar a cabo futuros proyectos. 

Este proyecto está hecho así, y estoy muy orgullosa del resultado, pero sé que proyectos autofinanciados mediante Verkami, con las personas colaborando, trabajando sin cobrar y compaginándolo con sus otros trabajos, se puede hacer uno, pero no más con estas condiciones. Es muy complicado, sí, pero estamos en un momento en el que florecen muchos laboratorios, las residencias para cineastas y artistas… También es verdad que resulta difícil optar a entrar en ellos, porque estamos en un momento en el que tanta gente lo necesita, que la industria está tan precarizada que es muy complejo hacerse un hueco.

Tener que depender única y exclusivamente de becas y ayudas tampoco es viable.

Efectivamente.

Para la gente que no conozca de qué trata ‘La amiga de mi amiga’, la película que ahora se proyectará en el Festival de San Sebastián, ¿qué les podrías decir?

La amiga de mi amiga es una comedia dramática-romántica-bollera, protagonizada por cinco chicas, chiques, lesbianas. Y que arranca cuando uno de esos personajes, que casualmente se llama como yo, Zaida, y que está interpretado por mí, vuelve a la ciudad y se encuentra con su amiga. A partir de ahí se generan unos líos de faldas de unas personas que quieren mucho pero quieren regulín, esta manera que también tenemos de amar casi ansiosa. Intenta hacer un reflejo de esa generación actual de los que tenemos 30 años pero que parece que tengamos 15. Sobre todo, intentamos que haya una mirada en la que nos podamos reír de nosotras mismas, y desde la diversión, desde la comedia, hacer un activismo también. 

¿Cuándo se verá en Donosti?

Los días 22 y 23 de septiembre se proyectará en una sección que se llama Made in Spain. Si lo pienso, esto era una de las cosas absolutamente impensable para mí y para el equipo, el hecho de estar en un festival como el de San Sebastián, pero se van abriendo grietas.