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Opinión sobre el Premio Nobel

Annie Ernaux y el deseo de estar vivas

Para la poeta y escritora Luna Miguel, "en una sociedad en la que el 'no puedo más' está tan presente, Annie Ernaux nos asegura que si hay que vivir es precisamente para poder contarlo"

La escritora Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura 2022, fotografiada en su casa de la localidad francesa de Cery.

Annie Ernaux es una escritora del deseo. Del deseo por la vida, por el sexo, por los vínculos familiares, por el bienestar social, por la existencia de la literatura, es decir, del amor… es decir… otra vez… de la vida. La profunda identificación que millones de lectoras han sentido desde hace décadas con sus novelas la ha explicado así de bien Aloma Rodríguez, una de las escritoras españolas que más y mejor han analizado la trayectoria de la última Nobel de Literatura: "Los libros de Ernaux son especiales: relata una historia individual, íntima y concreta, situada en un tiempo y un lugar determinado, que permite la identificación, porque esas experiencias que cuenta con detalle y con ese estilo seco son comunes".

Pero es que yo añadiría algo más. Algo, incluso generacional. Algo que tiene que ver con el motivo por el que la literatura de Annie Ernaux inyecta felicidad en quienes la leemos, y que tiene que ver nuevamente con el deseo, o dicho de otro modo con el apego a la vida. Más allá de la cercanía que nos procura su clínico uso del yo, y más allá de que los temas por los que mayor celebridad literaria ha alcanzado sean aquellos contra los que siempre atenta el conservadurismo —el aborto, el cáncer de mama, la infidelidad después de la maternidad, la narración cristalina y lubriquísima de la sexualidad propia— creo que la razón por la que su figura ha sido tan importante para lectores más jóvenes que ella, para tantas lectoras del presente, es la de las ganas de vivir que nos regala.

En una sociedad en la que el "no puedo más" está tan presente, en un mundo en el que los problemas de salud mental y las ganas de matarnos nos azotan constantemente, Annie Ernaux nos asegura que si hay que vivir es precisamente para poder contarlo. Para poder escribirlo. Escribir y vivir como acto de rebeldía. Así que gracias, Annie, por la parte que te toca. Pues con tu deseo de estar viva aún latimos.  

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