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Entrevista

François Ozon: "Rechazo por completo la cultura de la cancelación"

El director francés estrena ‘Peter von Kant’, una relectura de ‘Las amargas lágrimas de Petra von Kant’ de su admirado Rainer Werner Fassbinder

François Ozon.

En 2000 estrenó su tercer largometraje, ‘Gotas de agua sobre piedras calientes’, adaptación de una obra teatral desconocida de Rainer Werner Fassbinder. Ahora llega a España el 22º de su carrera, en el que vuelve a inspirarse de forma explícita en quien sin duda es uno de sus referentes artísticos: ‘Peter von Kant’ es una relectura de ‘Las amargas lágrimas de Petra von Kant’, melodramática reflexión sobre el deseo, la obsesión y la dominación que el genio alemán dirigió hace medio siglo, y que se cuenta entre sus obras maestras.

¿Cuándo entró usted en contacto con la obra de Fassbinder?

Vi todas sus películas durante mis años de estudiante de cine, cuando buscaba mi propia voz artística, y me conmovieron profundamente; también me impactaron por su fuerza estética y su furia política. Me fascina la mirada descarnada que proyectan sobre la Alemania de la posguerra, lastrada por el peso del pasado, por el complejo de culpa tras el exterminio judio, por el fantasma del nazismo que lo invade todo. Para mí Fassbinder fue como un hermano mayor. Sin él, yo hoy no sería el cineasta que soy.

En cualquier caso, habrá quien opine que atreverse a toquetear una película tan venerada como ‘Las amargas lágrimas de Petra von Kant’ es un sacrilegio... 

Nunca me ha importado especialmente lo que los demás piensen de mí. Yo, de todos modos, no he tratado de hacer un ‘remake’ ni de corregir a Fassbinder. Mi intención ha sido tomar un texto clásico y proyectarle mi propia mirada, del mismo modo que un director de teatro toma una obra de Shakespeare o una de Chéjov para reinterpretarla y actualizarla. Al volver a leer la obra de teatro en la que aquella película se basa, comprendí que tiene plena vigencia en este presente que vivimos, tras el escándalo de Harvey Weinstein y la eclosión del #MeToo. 

"Si Fassbinder hubiera estado vivo y trabajando cuando surgió el #MeToo, tal vez hoy estaría en la cárcel"

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En ese sentido, al convertir al protagonista de ‘Peter von Kant’ en un trasunto explícito del propio Fassbinder, ¿está sugiriendo que es necesario replantearse su obra y su legado?

Yo admiro el trabajo de Fassbinder, eso es así, pese a que soy muy consciente de que su comportamiento en los rodajes y su trato a los actores era tiránico, humillante y hasta sádico. Si él hubiera estado vivo y trabajando cuando surgió el #MeToo, tal vez hoy estaría en la cárcel. ¿Significa eso que deberíamos dejar de ver su cine? ¿Hay que borrar de los libros de arte a Pablo Picasso, que era un maltratador? ¿Quemamos los libros de Céline, que fue un antisemita virulento? Yo rechazo por completo la cultura de la cancelación o, al menos, la tendencia a condenar a artistas del pasado según criterios éticos y morales del presente. Más que juzgar a Fassbinder, ‘Peter von Kant’ intenta entender de dónde provenía su sufrimiento.

¿Y de dónde cree usted que provenía?

Fassbinder murió a los 37 años, oficialmente a causa del agotamiento y las drogas, pero hay quien sostiene que murió de desesperación, por la imposibilidad de vivir el amor verdadero. Él soñaba con el amor puro, pero no podía vivirlo porque sus relaciones estaban marcadas por los celos y la dominación. Vivía el amor de forma exagerada, arrebatada, tóxica. Yo creo que, a nivel emocional, nunca superó la pubertad.

"La mayoría de los cineastas somos unos ególatras manipuladores"

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Suele decirse que todos los cineastas tienen algo de dictadores...

Supongo que, hasta cierto punto, cualquier director podrá identificarse con Peter Von Kant. Cuando eres un creador artístico y tienes a un equipo de colaboradores a tu cargo, es inevitable que te sientas como algo parecido a un Dios. Sí, la mayoría de cineastas somos unos ególatras manipuladores. En cualquier caso, la idea de que todo vale en pos del arte, y de que los genios tienen derecho a ser unos fascistas, está completamente superada.

Usted ha trabajado con actores y actrices muy temperamentales, como Isabelle Huppert o Fabrice Luchini. ¿Cómo se manejan ese tipo de personalidades en un rodaje?

En mis rodajes siempre ha quedado claro quién era el jefe, pero creo que nunca he necesitado gritar ni pelearme con nadie por imponer mi visión. Tiendo a rehuir los conflictos, y necesito armonía y alegría. Del conflicto y la perversidad pueden surgir grandes películas pero, ¿merece la pena?

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