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ENTREVISTA

Toquinho: «Mi guitarra es lo que me hace tener una voz para el mundo»

El legendario cantante y guitarrista brasileño actúa en Castelló gracias al ciclo 'Auditori Jazz Club' del IVC

Toquinho recorre sus más de 50 años de trayectoria a través de sus canciones. MANOLO NEBOT

Antônio Pecci, conocido artísticamente como Toquinho, se sube esta tarde, a partir de las 19.30 horas, al escenario de la sala sinfónica del Auditori i Palau de Congressos de Castelló para ofrecer uno de los conciertos del año en la capital de la Plana gracias al IVC. Referente de la música brasileña y mundial, celebra ahora sus más de 50 años de carrera profesional.

Viene a Castelló inmerso en una gira que celebra sus más de 50 años de trayectoria. Echando la mirada atrás, imagino que verá ese recorrido con orgullo.

Sí, claro. Con mucho orgullo, con la sensación de «misión cumplida», al menos hasta ahora, porque la misión no para. A mí me encanta trabajar, tocar, viajar, rodearme de personas que me gustan para hacer lo que me gusta. No es la edad un impedimento para eso. Felizmente, tengo una salud muy buena para seguir haciendo giras y tener siempre proyectos en mente, con gente nueva, abierto a las influencias más jóvenes. Me interesa mucho mezclar mi ADN con otras formas de hacer y entender la música.

En ese camino existe un aprendizaje continuo y constante.

La pretensión de quien piensa que ya hizo lo suficiente o sabe lo suficiente es terrible. Yo estoy siempre aprendiendo. Si viene un joven a tocar la guitarra para mí, yo siempre le escucho con atención porque siempre hay algo que sorprende. Infeliz el músico que piensa que sabe todo. 

El hecho de que le consideren una leyenda de la música brasilera, ¿le pesa?

Me hace sentir viejo, más bien —se ríe—. Yo siempre digo que fui un privilegiado en muchos sentidos y que tuve suerte en otros. Soy de una generación marcada por la aparición de Brasilia como nueva capital, por Juscelino Kubitschek, que fue un estadista muy importante, por el arquitecto Oscar Niemeyer, por la bossa nova… Mi generación vino de ese Brasil y fuimos privilegiados históricamente. También tuve la fortuna de convivir con gente fantástica, siendo una especie de puente entre la música de Baden Powell, João Gilberto, Jobim…, gracias a Vinícius de Moraes . Quizá de ese cúmulo de circunstancias, viene esa leyenda. Aunque creo que lo principal es el trabajo realizado. 

El cantautor es una leyenda viva de la música brasilera. MANOLO NEBOT

Un trabajo, ese que hay detrás, que normalmente no conocemos y que requiere muchas horas, mucho esfuerzo.

Horas, días, meses, años… 

¿Y cómo vivió alguien como usted, inmerso siempre en mil y un proyectos, el parón de la pandemia provocada por el covid?

El parón fue mundial. Fue terrible para todos, con una perspectiva negra para el futuro. Nadie sabía cuándo iba a acabar esa situación. Los artistas, además, fuimos de los últimos en poder volver a trabajar, porque no podían producirse aglomeraciones en los conciertos, evitando así el contacto directo con ellos. Yo aproveché la ocasión para hacer proyectos en Brasil, empezando a trabajar de una forma interactiva con el público, aunque no es lo mismo, claro. Hicimos muchos directos en redes sociales y preparé los trabajos que estoy llevando a cabo ahora. 

Cuando uno piensa en Toquinho, la imagen que le viene a la cabeza es siempre acompañado por su guitarra. ¿Qué simboliza la guitarra para usted?

La guitarra es mi equilibrio emocional, mi forma de expresión, lo que me hace tener una voz para el mundo. Recuerdo una vez, de joven, estando con el gran guitarrista Baden Powell, y decirme que tocaba muy bien la guitarra, que estudiaba mucho y era aplicado, pero que si componía tendría una voz universal, porque la música traspasa fronteras. Echando una mirada atrás en mi carrera, la guitarra ha estado ahí, siempre presente, y es la que me hace componer canciones.

Hay momentos, sobre todo aquí en España, que marcaron un antes y un después con respecto a Toquinho. Viajamos a 1983 y la aparición de su disco ‘Aquarela’. 

Es verdad, y sigo sin encontrarle una explicación porque esa canción era larga, no tenía estribillo, hablaba de una cosa fatalista en la vida, como es que todo se va a acabar. ¿Cómo pudo convertirse en un éxito? ¡No era posible! -se ríe-. No he vivido nada parecido. En todas partes fue lo mismo. Cuando la canté en el festival de San Remo, en Italia, una semana después se situó en el primer puesto de las listas, cosa que yo no entendía. Cuando llegué a Brasil dudé si grabarla o no, porque era muy larga, pero visto el éxito que tuvo en Italia, Francia y España… Y hasta hoy, después de tanto tiempo, cuando yo la canto, la gente se emociona. Es una canción que cobró una dimensión única. Existe una magia extraña en torno a ella. 

Imaginamos, cómo no, que hoy la tocará en el Auditori de Castelló.

Me matan si no lo hago —bromea—. La tocaré, evidentemente. Si no recuerdo mal, creo que solo una vez, en una actuación, me fui sin interpretarla, me olvidé. ¡La gente quería matarme! Cuando se ha generado una expectación tan grande ante algo, has de asumirlo, ser consciente. Así, cuando uno viene a un concierto de Toquinho, obviamente, acude porque quiere escuchar ciertas canciones. Hay que respetar eso, y es lo mínimo que uno puede hacer, y es un bumerán amoroso, la vida. 

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